Jujuy, Cafayate y los Valles Calchaquíes
En la pequeña guía turística que me dieron al llegar a Jujuy dice que el nombre viene del «grito celta que los colonizadores vascos profirieron al ver el hermoso valle en que se ubica», lo cual no creo que les haga mucha gracia a los habitantes de Euskalerria.
Me encuentro muchas veces con este tipo de barbaridades históricas, muchas veces dichas por guías supuestamente formados e informados. A lo mejor los jujeños han descubierto el eslabón perdido entre los celtas y los euskeras.
San Salvador de Jujuy es la capital de la provincia de nombre Jujuy, fundada y refundada hasta 3 veces, la última el 19 de abril de 1593, en su actual lugar, por Francisco de Argañaraz y Murguía.
Es conocida también como «La Tacita de Plata» aunque os prometo que no se parece en nada a Cádiz.
Es la típica ciudad de tamaño medio en Argentina, comercial y con una zona colonial que contrasta con los modernos edificios a su alrededor.
Su carnaval es famoso y la Navidad también se destaca por los pesebres, villancicos y las danzas de las cintas o del trence y destrence realizadas por niños.
De Jujuy me dirigí a Cafayate, haciendo una parada de unas horas en Salta, más conocida como Salta la Linda, capital también de la provincia de Salta, y famosa por su arquitectura colonial, sus hermosos parques, y el celebérrimo «Tren a la Nubes».
Como en el 2001 ya hice el recorrido del tren, esta vez me lo salté y me limité a desayunar en su plaza mayor en una tranquila mañana de Domingo leyendo el Clarín, sustituto de El País, que encuentras en Buenos Aires, pero no llega tan al norte. De Salta a Cafayate se viaja con la empresa de autobuses «El Indio».
Cafayate es un lugar con mucha historia, ya que se han encontrado asentamientos indígenas Diaguitas; luego llegaron sobre el 1.480 los incas desde Perú, y en 1535 arribaron los españoles, que entraron por la quebrada de Humahuaca.
En la zona se encuentran restos de cerámica, muretes, terrazas de cultivo y pinturas rupestres de los indios diaguitas.
Cafayate está en el centro de los valles calchaquíes de Salta, y después de Mendoza es la región productora de mejores vinos de Argentina, destacando el Torrontés, cuyas cepas son de origen español, que a pesar de ser blanco alcanza los 13º de gradación alcohólica por la altitud a que se cultivan las vides.
Las bodegas son en general pequeñas y familiares, la mayoría se pueden visitar, e incluso hay un pequeño museo en la más antigua, Vasija Secreta. Hasta han desarrollado un helado de vino que se vende en las heladerías del pueblo.
Por la altitud el clima es muy agradable, aunque en mi estancia tuve cruentas luchas con los mosquitos, y sus gentes son muy cordiales; todo el mundo va en bici, y las dejan en la calle sin ningún problema; el día que llegué era Domingo y frente a la catedral había más de 50 bicis, ninguna de ellas con candado.
Con un toque de humor sui generis, el dueño del hostal me dijo que si alguien robaba una bici tendría un problema, porque entonces, ¿qué haría con 2 bicis?. Original planteamiento.
Además del encanto del pueblo, en Cafayate tienen en los alrededores lugares muy interesantes, como las cascadas del Río Colorado, las blancas arenas de Los Médanos, y la Quebrada de Cafayate, no tan espectacular como la de Humahuaca, pero muy hermosa.
Para ver el atardecer, se puede ir al cerro Santa Teresita o a la finca las Nubes, una pequeña bodega a unos 3 km. del pueblo, al pie del cerro San Isidro sobre una pequeña elevación que domina todo el valle.
Es el proyecto personal de un mendocino que decidió crear «vinos de autor» en esta zona, compró el terreno, plantó 5.000 cepas y su producción actual es de pocos miles de botellas. La bodega/vivienda va a ser ampliada próximamente para añadir alojamiento para turistas.
Visité varias bodegas con sus correspondientes degustaciones, y compré varias botellas de Torrontés que bebí con Iván, un italiano de Trieste de orígen eslovenio, y María, una psicoanalista de Buenos Aires con la que tuvimos una interesante charla hasta altas horas.
Pero no todo fueron placeres etílicos, ya que también subí el cerro San Isidro, que domina todo el valle, no muy alto, pero en un día de calor su ascenso resulta muy duro, porque prácticamente no hay ninguna sombra, y los abundantes cáctus de la zona te recuerdan que es mejor no quedarse sin agua, exactamente lo que me pasó.
Los 2 litros que llevaba conmigo se acabaron bastante antes de llegar a la cima, coronada por una cruz bastante fea, y creo que nunca hice un descenso de una montaña tan rápido, soñando con el río que había cruzado antes de comenzar la subida, que me bebí entero en cuanto llegué. Después de un descanso, continué camino y al cruzar un canal de riego para las viñas volví a beber bastante agua.
En total habían sido 6 horas de caminata bajo el sol inclemente, y cuando me encontraba en una encrucijada dudando qué camino seguir, tuve la inmensa suerte de encontrar a una familia que regresaba a Cafayate en un tractor después de recolectar duraznos (melocotones), peras y membrillos, y que me ofrecieron subir con ellos al remolque.
Me encontraba deshidratado, y la oferta de tomar libremente la fruta que quisiera me pareció como estar en el Paraíso Terrenal y tener a mi lado todo al alcance de la mano.
Aunque no soy creyente en el sentido clásico, estoy seguro de que un ángel o similar trabaja duro y bien para que cada vez que me meto en problemas pueda salir sin complicaciones.
Tuve también la suerte de que un Platense alojado en el hostal se ofreció para llevarme en coche hasta Rosario; él viajaba sólo, tenía en total 1.400 km. hasta La Plata, y estaba encantado de llevar acompañante. Fue un viaje muy placentero, exceptuando que fumaba 3 paquetes de tabaco por día.
Fue una charla muy interesante, era médico jubilado, y estuvimos hablando sobre los distintos momentos políticos de la Argentina de los últimos años y el impacto de todo ello en la gente: la rabia, la desesperación, el rechazo a los políticos, la lucha social, y finalmente la esperanza que se vislumbra de recuperar la normalidad, que ya es lo único que desean los argentinos.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2004 de 6 meses por Perú, Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil, y Venezuela, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde La Paloma, Uruguay, 22 de Marzo de 2004
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