Exploración Antártica, ¿ciencia, aventura, heroismo o simplemente locura?
Ahora que ya ha pasado un mes de mi regreso de la Antártida, todo lo visto, sentido, escuchado, vivido y leído, se va posando en mí como los copos de nieve que se prensan para convertirse en hielo y formar uno de los fenómenos naturales más impresionantes, los glaciares, y su culminación como efímera obra de arte en icebergs, todos diferentes.
Aparte de los vistos en la Antártida, he visitado unos cuantos glaciares más en la Patagonia, como el famoso Perito Moreno, que este año ha estado a punto de volver a bloquear la salida de agua del lago Argentino, algo que no sucede desde 1988, y he caminado horas sobre el glaciar Grey en Torres del Paine, Chile.
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Mi dosis de glaciares se completará con la navegación por los fiordos chilenos en el barco Magallanes, que me llevará de Puerto Natales a Puerto Montt, un recorrido inverso al que hice hace 3 años, ahora en otoño y entonces en verano, que seguro me volverá a subyugar.
La exploración de la Antártida es uno de los episodios más heroicos de la historia, y se ha cobrado la vida de bastantes de sus visitantes. Hay que pensar que es el continente más inhóspito, árido, frío y aislado, el único que no ha sido habitado permanentemente hasta tiempos recientes.
El nombre tiene su origen en los griegos, quienes sostuvieron que la tierra era una esfera y que por simetría debería existir otra tierra más al sur, que compensaría las tierras del norte conocidas o Ártikos, por eso la llamaron Antártikos.
Su utilización está protegida por el Tratado Antártico, que reserva el continente exclusivamente para fines pacíficos; están prohibidas cualquier tipo de actividades militares e industriales, como la minería.
En 1603, el Almirante español Gabriel de Castilla avista las Islas Shetland del Sur, cuando fue arrastrado por una tormenta cerca de Estrecho de Magallanes. En 1773 James Cook desembarca en las islas Georgias y Sandwich del Sur.
Es el primero en pasar el Círculo Polar, y circunnavega el Antártico 3 veces. Posteriormente otros marinos navegaron más al sur, pero no fue hasta 1899 que se organizaron expediciones combinadas de varios paises, impulsadas por el Congreso Internacional de Geografía. Ninguna de ellas logró alcanzar el Polo Sur.
Entre 1907-09, el británico Ernest Shackleton realiza una expedicion terrestre al Antártico a bordo del Nimrod, logrando aproximarse a sólo 150 km. del Polo Sur.
Alcanzó el Polo Sur magnético y la cúspide del monte Erebus, y llegar al Polo Sur fue su obsesión, que cambió por la de atravesar la Antártida cuando se le adelantó en 1911 el noruego Roald Amundsen, que alcanzó el Polo Sur geográfico el 16 de diciembre, anticipándose en pocos días al inglés Robert Falcon Scott.
El diario congelado de la expedición a la Antártida de Robert Scott fue encontrado casi un siglo después, en 2012, y en él se confirma que el 18 de enero de 1912 fue cuando Robert Falcon Scott y sus hombres llegaron al Polo Sur. «Me temo que el viaje de regreso va a ser terriblemente agotador y monótono», anotó el 19 de enero de 1912 en su diario. El final de esta historia ya se sabe, mueren a sólo 11 millas del depósito de alimentos que les esperaba.
Aunque fue un fracaso, la expedición que más me ha fascinado siempre de la historia de la Antártida es la de 1914 de Ernest Shackleton, que quería unir por tierra el mar de Wedell y el estrecho de McMurdo.
“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.
Con este anuncio –publicado en los periódicos ingleses del 1 de enero de 1914–, Ernest Shackleton anunció su viaje a la Antártida para ser el primero en cruzarla a pie.
Su barco, el Endurance, quedó atrapado entre los hielos y pasan casi un año a la deriva en la banquisa antártica, el cinturón de hielo que circunda la Antártida y que duplica su tamaño en invierno, hasta que la enorme presión del hielo lo hunde.
Su aventura sólo acababa de comenzar, porque hasta el 30 de agosto de 1916 no pudieron ser rescatados los últimos miembros de la tripulación en la isla Elefante.
Durante casi 2 años el mundo no supo nada de ellos, y todos habían logrado sobrevivir, una aventura épica en todos los sentidos.
En 1921, Shackleton regresó para trazar 3.200 km. de litoral y adquirió para ello el Quest, construido en Noruega. El Quest salió de Plymouth el 24 de septiembre de 1921, llegando a Grytviken (Georgia del Sur) el 4 de enero de 1922. En la noche del 4 al 5, Shackleton murió a consecuencia de una angina de pecho.
Mientras el Quest continuaba su viaje al mando de Wild (que continuó sus trabajos con buenos resultados), su cadáver fue transportado a Montevideo para trasladarlo desde allí a Inglaterra, pero su viuda manifestó el deseo de que su marido fuese enterrado en las Georgia del Sur, estimando que hubiese deseado reposar en los lugares que habían sido teatro de sus más famosas hazañas.
Fue enterrado en la iglesia de Grytviken.
Fue una pena que en ruta de mi barco desde Tierra de Fuego a la Antártida no pasara por Georgia del Sur, porque me encantaría rendir homenaje en su tumba a uno de los más grandes exploradores de todos los tiempos.
Si quereis (abrigaros bien) tener más información sobre Shackleton, os recomiendo el libro Atrapados en el hielo, el documental del mismo nombre, y la miniserie de la BBC con Kenneth Branagh en el papel de Shackleton.
Más reciente, de 2014, es el libro Los viajes de Shackleton a la Antártida de Ediciones del Viento, escrito por el marino Alberto Fortes
Haz clic aquí para ver todas las fotos del viaje Vagamundos 2003 por Brasil, Argentina, Chile y Antártida
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Puerto Natales, Chile, 27 de marzo de 2003
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