Melbourne y Vivaldi.
No, no os rompais la cabeza buscando qué relación existe entre Melbourne y Vivaldi, es que esta ciudad es famosa porque puedes tener «las 4 estaciones» en un mismo día, y os aseguro que es así, porque en los 6 días que he pasado aquí, menos nevar he visto de todo, lluvia, frío, viento, y por fin un día veraniego que ha terminado en tromba de agua y tormenta eléctrica.
Aparte de esto, Melbourne es una ciudad muy atractiva, llena de parques y edificios bonitos, tanto modernos como clásicos, mucha vida en la calle, y un río, el Yarra, que la atraviesa; precisamente este es para mí el principal defecto de Melbourne, que ha sido diseñada en torno al río, y de espaldas al mar, a pesar de estar cerca y tener una de las bahías más grandes del mundo.
El lema de la ciudad es «Vires Acquirit Eundo», que significa «Nos fortalecemos cuando crecemos», y desde luego que lo han llevado a rajatabla, porque el primer censo de 1836 contabilizó 145 hombres y 35 mujeres, y 166 años después son casi 4 millones.
Compite con Sydney como ciudad más importante de Australia, y como se suele decir, «unos llevan la fama y otros cardan la lana», ya que Melbourne es el centro financiero, comercial y cultural del país, mientras que Sydney es más conocida en el extranjero; algo tendrán que ver los Juegos Olímpicos, le pasa lo mismo a Barcelona, que actualmente es más conocida en el mundo que Madrid; el otro día vi un anuncio de una tarjeta telefónica, y en las tarifas ponía «Spain-Barcelona».
Es una amalgama de razas y nacionalidades increíble, la segunda ciudad griega más grande, y tiene su Chinatown, su Little Italy, y su Little Spain, en la zona de Jonhstons; la zona bohemia, Fitzroy, está llena de lugares y locales alternativos.
La ciudad está llena de parques muy agradables para pasear, pero sin duda ninguna el más atractivo es el jardín Botánico; la entrada es gratis, y es el más bonito y mejor cuidado que he visto en mi vida; tiene más de 60.000 especies diferentes, y zonas diferenciadas de clima tropical, subtropical, árido y otras dedicadas a partes del mundo como Nueva Zelanda, Nueva Caledonia, California, China e incluso islas Canarias. Hasta me encontré un pariente, el olmo europeo.
A pesar del intenso calor, me paso más de 3 horas recorriéndolo, y aprovecho la zona de bosque lluvioso, que están regando siempre con una fina lluvia, para meterme y empaparme de rocío, algo que me gusta mucho. Regreso al centro paseando por el río Yarra, que tiene unas vistas extraordinarias sobre la ciudad, y al final del paseo llego a la zona de Southgate, llena de cafés, tiendas y restaurantes, y donde se toman los cruceros que van por el río y los ferries que van a St.Kilda y Williamstown. St. Kilda es la playa de Melbourne; como playa no tiene nada especial, pero tiene 2 calles con mucho ambiente, una diurno, la acland st., llena de restaurantes, tiendas delicatessen y pastelerías, y la otra nocturno, la Fitzroy st.. Williamstown es mucho más tranquilo, pero al estar justo al otro lado de la bahía de Melbourne, tiene unas vistas espectaculares.
El último día en Melbourne lo paso explorando la costa al sur, hacia la península de Mornington y Sorrento, una de las zonas de veraneo preferidas, a una hora de Melbourne.
Me llevan Ombi y Alex, una pareja de australiana y ecuatoriano que he conocido a traves de una amiga común; siempre digo que lo más bonito de viajar no son los paisajes, sino el paisanaje, las personas que vas conociendo en tu ruta, y que en muy poco tiempo a veces te ofrecen tanto que te sientes abrumado; personas que en muchos casos no vas a volver a ver en tu vida, pero con las que compartes momentos muy intensos; ellos son la gasolina que mantiene el motor de mis viajes.
La música en la calle es una de las cosas que más me ha gustado de Melbourne. Paseando por Bourke st., en el metro, en cualquier esquina, te encuentras las músicas más sorprendentes; un japonés cantando blues, tocando la guitarra y la armónica muy bien, y un grupo de música andina, que tenía una violinista de Hong Kong son sólo 2 ejemplos de lo ecléctica que es la vida en una ciudad como Melbourne.
Mañana comienza mi nueva etapa entre Melbourne y Perth, pasando por Adelaida, y andaré unos días perdido por el Outback, donde estoy casi seguro que no habrá cafés Internet, pero como el año pasado me tuve que comer mis palabras con patatitas cuando dije lo mismo antes de ir a Galápagos, ya os contaré como ha ido la cosa, son «sólo» 4000 km. de nada, más que de Madrid a Moscú.
¡En este enlace podéis ver todas las fotos del viaje de 6 meses en 2002 por Australia y Nueva Zelanda
¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Melbourne Australia, 25 de enero 2002
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