No penséis que me ha tocado la lotería o he encontrado un tesoro escondido en la jungla en Vietnam, es que después de cruzar la frontera de China con Vietnam cambié 50 € y me dieron un millón de dongs, la moneda local, o sea que por 1 € recibimos 20.000 dongs, que normalmente son suficientes para pagar una comida, dos cervezas, o un viaje en autobús de 2 horas.
Llegué a Hekou a las 6 am después de 10 horas desde Kunming en un autobús cama que era más bien un autobús lata de sardinas, ya que los chinos han reemplazado los asientos por camas de verdad, pero de 1,70 de largo y no más de 60 centímetros de ancho.
La mala suerte quiso además que mi última experiencia con un chino fuera la peor de todo el viaje.
La estación de autobuses de Kunming, en realidad una de las 5 que hay, cercana a la del tren, era un caos, y tuve que preguntar varias veces hasta encontrar mi autobús.
Ya estaba dentro cuando un individuo, identificándose como empleado de la compañía y enseñando un carnet de intérprete de inglés me señaló una cama y me pidió dinero porque decía que llevaba mucho equipaje.
Primero amablemente, y luego gritando porque no le hacía ni caso, me amenazaba, me decía que todo el mundo pagaba por el exceso de equipaje, a lo que yo respondía que no llevaba exceso con 15 kilos, y que llamara a la policia si tenía algún problema, estaba seguro que con eso se resolvería el problema.
Desapareció de la escena, y mi compañero de cama, un brasileño, me dijo que en la media hora que él llevaba en el bus había visto como el individuo robaba a un montón de extranjeros con la excusa del exceso de equipaje.
Fue la primera vez que en China vi a alguien robando a los turistas.
Como era de noche, no sé qué tipo de carretera había hasta la frontera, pero tenías que agarrarte en las curvas a los barrotes de la cama porque si no salías despedido por la fuerza centrífuga.
El olor combinado de los cigarrillos y los pies de muchos pasajeros te anestesiaba.
Hekou, la ciudad del lado chino, estaba en completa oscuridad, y nadie hablaba una palabra de inglés; un birmano nos indicó que la frontera abría a las 8, así que teníamos 2 horas de espera.
Nos fuimos hacia ella, que estaba a sólo 200 metros de donde nos había dejado el bus, y en la oscuridad vimos una luz que era una cafetería donde desayuné con Luciano, que así se llamaba el brasileño, y gasté mis últimos yuanes.
A las 8 en punto formaron las tropas, izaron la bandera, tocaron el himno, y abrieron la «puerta de la amistad» para cruzar el puente a Vietnam, nombre cuanto menos irónico porque en fecha tan reciente como 1979, China invadió Vietnam por este punto y arrasó la ciudad.
La frontera permaneció cerrada hasta 1993.
Parecía que los edificios de aduanas de ambos lados competían a ver cual era el más feo y mastodóntico, y el premio en mi opinión se lo llevó el chino.
En la parte vietnamita, 4 funcionarios se pasaban tu pasaporte, uno comprobaba el pasaporte, otro el formulario de salud, otro el de aduanas, y el último controlaba el escáner por el que tenías que pasar la mochila.
Lao Cai no tiene nada de interés, salvo que es el punto de partida o llegada de los trenes de Hanoi (antes llegaban a Kunming, pero ya no funciona en el lado chino), y donde se toman los buses para ir a Sa Pa, un pueblo de montaña construido por los franceses en 1930, escapando del calor en verano, y muy cerca de la montaña más alta de Vietnam, Fansipan, con 3.100 metros, que pensaba subir.
Se pasaron los franceses con la escapada, porque en invierno Sa Pa es una nevera, como comprobé nada más llegar. El trekking a Fansipan tendrá que esperar a una mejor ocasión.
La carretera de Lao Cai a Sa Pa es preciosa, en ascenso contínuo y pasando valles y laderas aterrazadas con diversas plantaciones. En la última parte del recorrido la niebla cubrió todo con un espeso manto, y fue la última vez que ví el valle en 3 días.
Sa Pa ofrecía una imagen gris por la llovizna, y la única nota de color eran las señoras vestidas con ropas tradicionales, tocados multicolores, ¡ y sandalias !.
A pesar del frío, en los hoteles no tienen calefacción, y a unos chicos que se quejaban en el hotel en que me alojé, el Cat-Cat, les ofrecieron un calefactor por el mismo precio que la habitación, 4 €; la de recepción les decía que la electricidad era muy cara. Para «cara», la de ellos.
El mercado dominical de Bac Ha, a unas 3 horas de Sa Pa, es realmente una maravilla, un mercado real, no diseñado para turistas, aunque ahora empiecen a vender productos para ellos ya que el número de visitantes es grande.
La gente baja de las montañas para el mercado, las muchachas se encuentran con su pretendientes, y se intercambian y venden todo tipo de productos.
En él puedes ver al herrero arreglando herramientas con una forja rudimentaria, al carpintero vendiendo arados ¡de madera! en pleno siglo XXI, y se comercia con todo tipo de animales, desde búfalos de agua hasta perros.
El guía insistía, sin demasiado convencimiento, en que los perros eran para guardar las casas, pero por la manera en que los trataban no parecía que ese fuera su destino, si no más bien la cazuela.
En el mercado conocí, casualidades de la vida, a Isabelle, una francesa que vive en Cusco, Perú, y que tiene amigos en La Coruña. Para completar la casualidad, conoce bien a una amiga mía de Arequipa, Perú.
Después de comer fuimos a hacer un mini-trekking por las colinas, y visitamos una familia que estaba haciendo licor de maíz.
Me invitaron a probarlo y era como una bomba, menos mal que había comido bien.
La casa era muy básica y comparten espacio con los animales, excepto los cerdos, que estaban retozando alegremente en el barro en su cochiquera.
Comprar un billete de tren para ir de Lao Cai a Hanoi se convirtió en una especie de aventura, porque era el final de las vacaciones de año nuevo (Tet le llaman en Vietnam), y los estudiantes regresaban al colegio, así que tuve que esperar al lunes, y aún así, me vi obligado a comprar la clase superior, cama blanda en compartimento de 4 con A/C por 10€.
Hay varios trenes diarios a Hanoi, el mío salió a las 21h, y a las 4h30 a.m llegamos a la capital de Vietnam.
Por suerte Isabelle había estado previamente y sabía donde ir para conseguir un hotel económico y que no nos cobraran esa noche/madrugada.
Está en la ciudad vieja de Hanoi, donde se concentran, en 4 calles, cientos de agencias, hoteles, bares, restaurantes y cafés internet, y por supuesto miles de moto y bici-taxis a la caza del cliente.
La mayoría de los mochileros se alojan aquí, por 4€ puedes tener una habitación privada.
Parece que los 4 millones de habitantes de Hanoi se desplazan todos en moto, y la moto-taxi es la manera más rápida de moverse por la ciudad, por 1$.
Lo que más me gustó de Hanoi fue el Templo de la literatura, dedicado a Confucio, y el teatro de marionetas de agua, arte desarrollado en el norte de Vietnam cuando las inundaciones no permitían trabajar el campo.
Enfrente hay un restaurante, KOTO, cuyo nombre viene de Know One Teach One, miembro de una fundación, Voces de la Calle, que trabaja con niños de la calle, formándolos en el restaurante en hostelería para ofrecerles un puesto de trabajo en el futuro.
En invierno Hanoi es seco, está nublado y puede llegar a hacer frío, así que fui rápidamente a contratar un tour para Halong Bay, Patrimonio de la Humanidad desde 1994 y uno de los iconos más famosos de Vietnam, popularizado también por la película Indochina de 1992, con Catherine Deneuve y Vincent Perez.
La oferta de tours a Halong Bay me recordó la situación de Uyuni, Bolivia, donde todos ofrecen el mismo tour al salar y sólo saben competir en precio y hablando mal de las otras agencias.
En Hanoi la situación es mucho peor; en la entrada de las agencias hay carteles que dicen cosas como «el de la agencia de la puerta de al lado ha usado nuestro nombre ilegalmente ofreciendo tours de mala calidad, y nuestra reputación ha sufrido, así que hemos cambiado de nombre a..», y en la otra agencia el texto «la agencia de al lado ha intentado robar nuestro nombre y reputación, y la ley les ha obligado a cambiar de nombre porque el nuestro está registrado».
Sin comentarios, pero esto pasa no sólo con las agencias, sino también con los nombres de los hoteles y restaurantes, clónicos unos de otros.
La realidad es que han desaprovechado la oportunidad de vender los tours a un lugar único en el mundo por un precio razonable, y ofrecen viajes de 1, 2 y 3 días por 12, 15 y 30 € a Halong Bay, todo incluido.
No sé si los inspectores de la UNESCO regresan a los lugares que han nombrado Patrimonio de la Humanidad para ver los efectos del nombramiento.
Si no lo hacen deberían hacerlo 10 años después y plantearse la posibilidad de retirar el nombramiento en aquellos lugares donde el daño ecológico y la masificación ha sido grande aprovechándose de la promoción que supone ser Patrimonio de la Humanidad.
Halong Bay es uno de esos lugares.
Su belleza es indiscutible, y las 3.000 islas que forman la bahía son un espectáculo en si mismas, todas diferentes y con formas caprichosas por la erosión del mar y las lluvias.
Las cuevas calcáreas son incontables, llenas de estalactitas y estalagmitas, y algunas tan grandes como un estadio de fútbol.
El color verde esmeralda de las aguas invita a nadar y la navegación en lentos barcos tipo Sanpan es la más adecuada para la intrincada geografía de la bahía.
La apertura de Vietnam al turismo, la necesidad de divisas, y la falta de una mentalidad de turismo sostenible ha convertido Halong Bay en un estercolero.
En el muelle de Halong city se agolpan los barcos esperando los clientes, y la única manera que tienen de llegar al punto de embarque es empujando a las demás embarcaciones.
A veces los turistas se ven obligados a saltar de barco en barco para llegar al suyo con el peligro que ello conlleva.
La bahía está llena de residuos de todo tipo, botellas, bolsas de plástico, basuras, y tengo la sensación de que se ha sobrexplotado tanto la pesca que prácticamente han desaparecido las aves marinas, sólo se ven halcones en las islas más grandes.
El desarrollo turístico en torno a Halong City es cuando menos de dudoso gusto, con villas y bloques de apartamentos de bastantes plantas que cambiarán la fisonomía de la zona permanentemente.
En la barandilla de un puente incluso utilizaban el logo de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en una zona que evidentemente no lo es.
Lo mejor de mi visita a Halong Bay fue el ascenso al monte más alto de la isla Cat Ba, que alberga uno de los Parques nacionales de Vietnam nombrados más recientemente, con varias especies animales endémicas, especialmente un monito que sólo vimos en fotos.
Se desembarca en un extremo de la isla, y después de 1 hora de caminata casi llana se llega al pueblo, que tiene sólo 200 habitantes.
Allí descansamos un rato, y ante el aviso del guía de que la subida era muy empinada y con rocas cortantes, varios del grupo decidieron quedarse en el pueblo, y un australiano, un francés y un español fuimos al ataque de la cima.
La subida es bastante vertical, pero la temperatura era fresca, el camino estaba seco, y como no llevábamos peso, en algo más de una hora estábamos arriba.
La vista de Halong Bay es espectacular, aunque la niebla impedía verla en su totalidad.
La bajada fue mucho más rápida, porque nos esperaba la comida, y después de un rato de reposo retornamos al barco, para pasar la última noche en la isla Cat Ba, ya que la primera noche habíamos dormido a bordo del barco.
La cueva que visitamos era preciosa, con 3 salas, a cada cual más grande, llenas de estalactitas y estalagmitas, que en algunos lugares se habían juntado formando auténticos pilares.
El techo parecía decorado con oquedades, y en algunos lugares las formaciones calcáreas parecían coliflores.
La agencia con la que fui a Halong Bay, Ocean Tours, fue bastante seria, el barco era bueno, el grupo de 10 personas, la comida deliciosa, y el guía, Son, hablaba bastante bien el inglés, y hasta nos despidió con una canción en vietnamita con el título «Regresa por favor».
Además hicieron algo que ninguna otra agencia en China o Vietnam ha hecho, darnos un formulario y nos pidieron por favor que lo llenáramos con nuestros comentarios sobre el tour.
Es algo que dice bastante a favor o en contra de una agencia, tienes a 15 personas en un bus, encantados de darte su opinión sobre el tour, y la mayoría de las agencias desaprovechan algo que es oro puro.
Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2005 de 6 meses por China, Vietnam, Camboya, Tailandia, Laos, Malasia, Brunei, y Filipinas, haz clic aquí.
¡¡ Hasta Pronto !!
Carlos, desde Hanoi, Vietnam, 28 de febrero de 2005
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