Vista Escorial desde la carretera.

Mi visita a El Escorial en un caluroso día de finales de setiembre, más de 30ª, fue menos placentera de lo que yo esperaba. A 50 km de Madrid, se llega en su último tramo por una bonita carretera de montaña que ofrece las primeras vistas del espectacular edificio del monasterio, visible desde muchos kilómetros de distancia; para ponerlo en perspectiva, unas cuantas cifras nos ayudan a entender su magnitud.


Puerta de marquetería

A 1.000 m de altitud, su fachada mide 207 metros, el edificio tiene 33.000 m2, 2673 ventanas, 1.200 puertas, 9 torres, 86 escaleras, 15 claustros, 16 patios, 13 oratorios y 88 fuentes. Como se sabe, su forma recuerda a la de una parrilla invertida, ya que así murió San Lorenzo, y el monasterio lleva su nombre porque durante la batalla de San Quintín, en Francia, una iglesia en su honor fue destruida.

El monasterio estaba tranquilo cuando llegué a media mañana, y decidí hacer una visita guiada, ya que aunque había estado otras veces en el monasterio por libre, pensaba que me ofrecería valor añadido ir con guía dadas las dimensiones del lugar. Fue el comienzo de una hora absolutamente surrealista.

Cada 15 minutos se supone que sale un grupo de visita, en inglés, y otro en español. Nada más comprar mi entrada salìa un grupo en inglés, pensé en tomarlo, pero como el grupo en español era pequeño decidí esperar.


Los jardines del Monasterio

La guía, una señora pequeñita con cara de aburrida, nos decía que esperaramos un poco, que venía otro grupo con nosotros, y después de media hora vemos aparecer un grupo de unos 30 polacos; mi primera reacción fue salir corriendo, no porque fueran polacos, que la xenofobia no está entre mis defectos, sino que un grupo de 40 personas es más de lo que puedo soportar, pero pensé que la experiencia sería interesante, y vaya que si lo fue, al menos divertida si le mirabas la vis cómica.


El panteón Real

El guía polaco, que se suponía iba a traducir al polaco lo que la guía iba contando en español, era un personaje; al pasar el scanner tuvo una bronca con el guardia que le decía que la mochila que llevaba tenía que dejarla en consigna; el se negó diciendo que llevaba los pasaportes de todo el grupo, y comenzó una discusión a gritos que tampoco dijo mucho en favor del guardia de seguridad.


Las salas capitulares

Lo increíble fue que el guía no había comprado entrada para él, y al pasar el control de entradas montó otra bronca diciendo que era guía y que no tenía que pagar (algo que es habitual en gran parte del mundo). El caso es que no le dejaron entrar, se negó a pagar la entrada, y dejó colgado al grupo de polacos con nosotros.

A partir de ese momento, el caos fue total, los polacos cabreados, un polaco que hablaba inglés le dijo a la guía si podía hablar en inglés y el traducía al polaco, la guía dijo que si todos los españoles hablábamos inglés no había ningún problema, pero evidentemente no era así, y que ella no podía hacer la charla en 2 idiomas.

Otro que hablaba un poco de italiano intentaba entender el español y traducir al polaco, pero no funcionó, así que los polacos empezaron a ir por libre.


Las salas capitulares

La visita guiada sólo se hace al palacio real y al panteón y dura más o menos una hora. Una vez visto el palacio, bajamos todos al panteón real, y allí casi se monta una tangana; aunque yo no soy religioso, un lugar como un panteón me produce profundo respeto e intento no perturbar la paz que suele haber en ellos.

Los polacos empezaron a hacer fotos con flash, lo que está prohibido, el guardia de seguridad dio un aviso, dos, tres, y al cuarto fue él el que empezó a gritar y a preguntarle a la guía: ¿estos vienen contigo?.


Las cúpula de la basílica

La guía dijo algo así como sí pero no o no pero sí, y se escaqueo, así que el guardia los tuvo que «expulsar del templo». El resto de panteones fue un poco más tranquilo, y finalmente se acabó la visita surrealista al Escorial.

La culpa no fue sólo del guía polaco, no se puede poner un grupo bilingûe juntos y menos hacer esperar media hora cuando se supone que sale un grupo cada 15 minutos; en uno de los monumentos más emblemáticos de nuestro país, sus trabajadores deben estar al mismo nivel. Patrimonio nacional, que lleva la gestión del monasterio, es responsable de que todos los visitantes reciban algo de calidad por lo que pagan, que es 9 euros.


La biblioteca

Mi visita a las salas capitulares, el museo de arquitectura, la pinacoteca, el claustro, la basílica y la biblioteca fue bastante más tranquila, ya sin grupos ruidosos a mí alrededor, y añadieron casi 3 horas más a la visita. Mi lugar preferido en el monasterio es la biblioteca, considerada la segunda librería histórica más importante del mundo, después de la del Vaticano, ya que alberga 45.000 legajos de los S. XV y XVI, y 5.000 manuscritos en árabe, latín y castellano.


Globo terráqueo

La bóveda es obra de Tibaldi y sus pinturas son alusivas a la ciencia y el saber. Además de los libros, tiene 2 globos terráqueos y celestes de gran valor, una esfera armilar (que representa los movimientos de los astros), que estaban restaurando allí mismo 2 conservadoras.

La basílica está en el centro del monasterio y tiene 45 altares. Es majestuosa pero muy sobria, como el resto del monasterio.

La pinacoteca está el antiguo palacio de verano de Felipe II. Tiene cuadros de gran valor de las escuelas italiana (Tiziano, Tintoretto), flamenca (Vos, Coxcie) y española (Zurbarán, Ribera).

De los 3 jardines del palacio sólo es visitable el de los frailes, de estilo afrancesado. La armonía y belleza de los otros jardinas se puede apreciar desde las ventanas del monasterio.


Esfera armilar en restauración

En la época de Carlos III se añadieron al conjunto la Casita del Príncipe, construida para el futuro Carlos IV, con una suntuosa decoración interior y sedas bordadas en las paredes, y la Casita del Infante, como lugar de recepción y auditorio musical.

Fueron diseñadas por Juan de Villanueva y construidas entre 1771 y 1775. Como anécdota podemos contar que el rey Don Juan Carlos I vivió entre 1961 y 1962 en la Casita del Infante.


Vista general del monasterio

A 2 Km del monasterio está la llamada silla de Felipe II, una roca tallada en forma de silla desde donde se dice que Felipe II seguía personalmente el desarrollo de las obras, ya que está situada en un alto con unas extraordinarias vistas sobre el monasterio.

La pena es que había un grupo de estudiantes de unos 15 años haciendo picnic y muy alborotados, así que la habitual apacibilidad del lugar brillaba por su ausencia; tomé unas fotos, y como la temperatura era superior a los 30 grados, me retiré enseguida.


Vista desde la silla de Felipe II

Me fui de El Escorial con un sabor agridulce; la parte dulce fue revisitar un lugar al que he ido muchas veces y por muchas razones: de visita turística, a reuniones de trabajo, a bodas, a la universidad de verano, o simplemente de paseo a tomar algo en sus frescas terrazas veraniegas, y la parte amarga fue comprobar que todavía falta profesionalidad en nuestro sector “oficial” de turismo, educación en muchos guardias que se creen “rambos”, y urbanismo en mucha gente que grita desaforadamente cuando está a menos de 50 cm de su interlocutor, y tú que estás a 10 metros te enteras de toda la conversación.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde El Escorial, 22 de setiembre de 2004