Las casas colgantes de Cuenca.

Cuenca es una ciudad fácilmente reconocible en el mundo entero por la imagen típica de sus casas colgadas, y su cercanía a Madrid hace que esté siempre llena de turistas. Pertenece a Castilla la Mancha, aunque no cumpla el tópico de interminables llanuras y molinos de viento.

Precisamente estar en zona elevada y bien protegida por varios ríos, fue un asentamiento estratégico de los árabes, con referencias escritas del año 784, hasta que les fue finalmente arrebatada en 1177 por Alfonso VIII. Es ciudad desde el s. XII, concedido por el rey Alfonso X el Sabio.


Colgado de un barranco…

El nombramiento de su casco histórico como Patrimonio de la Humanidad no ha hecho más que refrendar el interés por esta ciudad especial, encajonada entre los río Júcar y Huécar que constriñeron su crecimiento en el pasado, ayudando a que se mantuviera casi intacta la ciudad antigua, y su expansión se realizó por la llamada ciudad baja, donde se instalaron los comerciantes, órganos administrativos y la emergente clase media.


La Catedral de «atrezzo»

Aunque he estado varias veces en Cuenca, siempre es agradable volver, y más para visitar los lugares incluidos en el nombramiento como Patrimonio de la Humanidad, que abarca edificios civiles, eclesiásticos, militares, plazas, calles y murallas.

La mejor vista de las casas colgadas se obtiene desde el camino paralelo al río Huécar, o desde el mirador cercano al Parador de Turismo y convento de San Pablo, situados en la margen contraria del río.


Detalle de la Catedralbr/>

Por el peatonal puente de San Pablo podemos regresar a la ciudad para recorrer sus empinadas callejuelas. Los miradores del otro lado, los del río Júcar, son menos espectaculares.

Los recorridos del casco antiguo parten de la plaza Mayor, rodeada de edificios históricos, donde se encuentra el ayuntamiento y la extraña catedral, que parece de atrezzo, ya que detrás de las torres de la fachada principal sólo se ve cielo, como si fuera un decorado de película.

La razón es que en 1902 se cayó la torre del Giraldillo, y la reconstrucción neogótica que se hizo la dejó así.

Fue la última de muchas renovaciones que le dan un aspecto complejo al edificio, en origen un ejemplo de transición del románico al gótico, con influencias borgoñas y normandas del s. XIII y posteriores transformaciones en el XV. Un pastiche, vamos, dicho sea sin ánimo despectivo.


Antigua puerta de la ciudad.

El poder de la iglesia se palpa en la multitud de iglesias, conventos, ermitas, y el palacio episcopal, ya que desde 1182 Cuenca es sede episcopal. También tuvo el dudoso honor de albergar un Tribunal de la Inquisición a partir de 1489.

Un poco separada del centro, al otro lado del Júcar, se encuentra la iglesia Virgen de la Luz, con un hermoso techo pintado, que recomiendo visitar lo antes posible, ya que la iglesia está en un lamentable estado de conservación, y una grieta de considerable tamaño cruza toda la techumbre, seguro que hasta que se caiga nadie hará nada, y entonces será demasiado tarde.

Algo sorprendente en una ciudad como Cuenca es que alberga el mejor museo de arte abstracto de España desde 1966, época en que la pintura abstracta estaba considerada en España de segunda categoría por un régimen político en el que hasta algún ministro dijo que parecía pintado por “niños”.


Iglesia Virgen de la Luz

Una vez que le reprocharon a Joan Miró que pintara como un niño, respondió que había tardado 60 años en aprender a pintar como un niño.

Al final de la calle San Pedro, la más monumental de la ciudad, que nos lleva a los restos del castillo de Bezudo, se encuentra un museo mucho más reciente pero también muy interesante, la fundación Antonio Pérez.

Para completar la ronda de museos, el Diocesano y el Arqueológico nos permiten completar el “cuadro” de la historia de Cuenca.


Los frescos y la grieta de la Iglesia Virgen de la Luz

Puede que esta alma artística de Cuenca tenga su origen en la artesanía, ya que desde la época árabe Cuenca se distinguió por sus alfombras y marfiles. Posteriormente acuñó moneda, y las industrias del vidrio y del papel tuvieron un gran desarrollo.

Hoy vive un renacimiento de estas labores, actualmente más cercanas al arte que a la artesanía, como la alfarería, claramente influenciada por el arte abstracto.


La antigua muralla

Otras actividades artesanales de la ciudad son la forja, las vidrieras, la fabricación de papel y la encuadernación, el grabado, la orfebrería y hasta los juguetes, que no tienen nada que ver con esos aparatos de alta tecnología que se regalan a los niños en Reyes, y que suelen durar 2 días.

La marroquinería y toda la artesanía del cuero también son de gran calidad.


Panorámica de la ciudad

Además de la ciudad, es muy recomendable recorrer la carretera que va por la hoz del Huécar, yendo por una margen y regresando por la otra, y tomarse un café en el Parador, con unas extraordinarias vistas sobre las casas colgantes.

En esta ocasión no hice senderismo, pero he estado unas cuantas veces en el pasado caminando por las espectaculares cárcavas causadas por el terreno calizo y los cursos de agua que lo horadan.


La hoz del Huécar

Lo que sí era la primera vez que visitaba, y me dejó boquiabierto, fue la llamada Ciudad Encantada, a 35 Km de Cuenca por la CU-901, unas formaciones rocosas absolutamente caprichosas con nombre tan sugerentes como los Amantes de Teruel, los Osos, el teatro, los barcos, los perros, la tortuga, la lucha del elefante y el cocodrilo, con cuevas, laberintos, y rocas en forma de seta y en precario equilibrio.


La Ciudad Encantada

La gestión es privada, y desgraciadamente tiene como objetivo maximizar el beneficio, porque no te dan un mísero folleto, y la señalización es bastante precaria para visitar la amplia zona.

Al regreso me perdí, y tuve que cruzar una granja con un toro que no parecía muy contento de verme, y luego cruzar una alambrada que sin duda hubiera brincado sin problema si el toro hubiera venido a expulsarme de su territorio.

La Ciudad Encantada, salvando las diferencias, me recordó a un lugar de Australia, Patrimonio Natural de la Humanidad, que consta de miles de colinas cónicas estratificadas con colores muy diversos, y que hasta hace 4 días era muy poco visitado porque está muy aislado de la Australia civilizada, creo recordar que el pueblo más cercano estaba a 300 kilómetros, y la visita hay que hacerla primero a pie y luego en helicóptero para abarcar la magnitud del lugar.


La Ciudad Encantada. Los osos

Viene esto a cuento, porque, sin ser geólogo, estoy seguro de que la Ciudad Encantada tiene un valor natural que aún no ha sido reconocido, excepto para su explotación económica, y este es un mal endémico de nuestro país, que no reconocemos ni apreciamos nuestro Patrimonio Natural y Cultural e Histórico hasta que vienen otros de fuera y nos lo hacen ver.

Pasó con Ordesa y los picos de Europa, pasa con Doñana, y, hasta que se puso de moda, pasaba con el Camino de Santiago, que en los años 80 lo recorrían más extranjeros que españoles.

No sé si es una peculiaridad latina, pero lo mismo he observado en Perú, Bolivia, Argentina, Ecuador, Chile, Brasil y otros países latinoamericanos.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Cuenca, 10 de octubre de 2004