El ayuntamiento en la Plaza Mayor. |
Toda la buena suerte con el clima acumulada en el primer mes de viaje por el patrimonio español se deshizo como agua de borrajas (valga el símil) con mi llegada a Salamanca.
Ya en Ávila, de donde partí, el cielo me había amenazado con un diluvio, que descargó precisamente nada más cruzar el río Tormes; parecía que se podía desbordar en cualquier momento, tanta era la intensidad de la lluvia caída.
La casa de las Conchas |
Como sucede en todas las ciudades españolas sin excepción, el tráfico se vuelve caótico en cuanto llueve, así que desistí de acercarme al centro y me alojé en la circunvalación, donde se encuentran varios hostales y pensiones económicas.
Salamanca es ciudad estudiantil por excelencia, así que abundan los alojamientos económicos (y de los otros, porque en el mapa de la ciudad conté 17 hoteles de 4 estrellas, además de 1 de 5 estrellas).
Gárgola en la Catedral |
En cuanto aparqué el coche, navegué como puede entre torrenteras por las calles con mi maleta de ruedas sin frenos ABS en busca de un hostal, me puse el gore-tex, salí a la calle a disfrutar de la magia especial que ciudades como Santiago de Compostela y Salamanca tienen bajo la lluvia, que les da un brillo especial y una belleza fotográfica única cuando deja de llover, cosa que prácticamente no sucedió en los 2 días que estuve en Salamanca.
Salamanca puede presumir de muchas cosas, entre otras la de albergar la universidad más antigua de España, creada por Alfonso X en 1218, y sin duda el edificio universitario de más solera.
Por sus muros desfilaron estudiantes de todo pelaje, enzarzados en una continua rivalidad con Alcalá de Henares, y profesores y visitantes de gran prestigio, como Fray Luis de León, Nebrija, San Juan de la Cruz, Cervantes, Gonzalo Torrente Ballester, y el que fue rector de la Universidad, Miguel de Unamuno.
La biblioteca de la Universidad |
La biblioteca de la universidad es una maravilla, con 483 incunables, 2.774 manuscritos y 62.000 impresos anteriores al s. XIX.
Como anécdota hay que contar que las esferas y globos terráqueos de la biblioteca tuvieron que ser contabilizadas como “libros redondos” para que permitieran su compra los contables.
Alfonso X nombró el primer bibliotecario en 1.254, y la biblioteca moderna alcanza el millón de ejemplares.
La fachada de la Universidad |
Además de su glorioso pasado universitario, y su pujanza actual como lugar preferido por numerosos estudiantes extranjeros para aprender castellano (yo desde luego no recomendaría “Madriz” ni mucho menos “Barçalona”), Salamanca también es una ciudad jacobea de gran importancia, ya que durante bastante tiempo estuvo adscrita al arzobispado de Santiago y está en plena Vía de la Plata, para el “Viajero del camino del sur, caminante de la luz, de la reflexión, solidario en el camino del espíritu, peregrino en el universo jacobeo”.
Precisamente el arzobispo Fonseca de Santiago, que también lo fue de Salamanca, dejó en ambas ciudades espléndidos edificios renacentistas sedes del Colegio Fonseca.
Intelectual, mecenas, hombre adelantado a su tiempo y humanista antes que clérigo, llegó a ser arzobispo de Toledo, o sea la máxima autoridad eclesiástica de España, a pesar de ser fruto de relaciones prohibidas entre Alonso de Fonseca, arzobispo de Santiago, y la noble gallega María de Ulloa.
Patio de la Universidad |
El carácter jacobeo de la ciudad se plasma también en el puente romano que cruza el Tormes para llegar a la iglesia de Santiago, y sobre todo en la Casa de la Conchas, mandada edificar por el caballero y canciller de la Orden de Santiago, que tiene su fachada en piedra completamente recubierta del símbolo de los peregrinos, y unas rejas góticas primorosas.
Como dice la frase poética, “En la piel de la ciudad, de sus edificios, está todo: la memoria, el presente y el futuro. Los pasos que son y los ecos que han sido y serán”.
Vista desde el puente romano |
Salamanca es una ciudad acogedora y abierta al mundo, por cuanto lleva 800 años siendo ininterrumpidamente sede universitaria, y uno se siente a gusto en este ambiente multicultural, como comprobé en el cybercafé sito en la plaza Mayor, una de las más bellas de España, donde el que atendía se esforzaba en chapurrear hasta 5 idiomas con los extranjeros (bueno, sobre todo con las extranjeras), que eran todos menos yo.
La fachada de la Universidad |
Salamanca merece pausados paseos por sus históricas calles, visitas a librerías “de viejo”, cafés con sabor (y olor) a tiempos pasados, animadas terrazas en la plaza mayor (cuando el tiempo lo permite), donde ver pasar la vida y a todo el mundo, y sin duda un recorrido por el río Tormes y el puente romano, por donde entra la Vía de la PLata, como atestiguan las conchas en el suelo.
La catedral merece un comentario aparte, ya que a la grandiosidad de la catedral gótica, la última de este estilo construida en España, a través de una recoleta puerta se pasa a la catedral románica, del s. XII, mucho más discreta en sus medidas, pero sin duda mucho más acogedora y espiritual, con obras de gran valor como la puerta románica de hermosos capiteles, y la sala donde los aspirantes a doctores defendían sus tesis bajo la adusta mirada de los jueces en su tribuna, y las chanzas contenidas de sus compañeros.
Techo Catedral |
Recientemente restauradas y abiertas al público, es visita obligada la subida a las torres medievales de la Catedral, que se alzan 110 metros sobre el suelo, y que albergan una exposición sobre Ieronimus, en honor al Obispo Jerónimo de Perigoux, que en el s. XI fue personaje clave en la Reconquista, capellán del Cid Campeador, y Obispo de Valencia primero y Salamanca después cuando fue restaurada la Diócesis en 1102.
Retablo Catedral Vieja |
Ver la bóveda de la catedral nueva desde un estrecho anden pétreo, con las piedras de la balaustrada unidas por grapas de hierro casi milenarias impresiona cuanto menos, y vi a varias personas que no se atrevieron a pasar por el vértigo.
La atalaya de la Torre Mocha nos da una perspectiva aérea de la ciudad, y en el interior de la torre se encuentran la antigua mazmorra, la estancia del carcelero y la sala del Alcaide.
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¡¡ Hasta Pronto !!
Salamanca, 19 de Octubre de 2004.
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