Dalt Vila desde el puerto. |
Situada en la antigua ruta del sol, su historia comienza en el 650 a. C., cuando los fenicios llegan a la isla, y poco tiempo después de un primer asentamiento en Sa Caleta, lo abandonan a favor de la actual Eivissa/Ibiza, situada en una colina bastante alta y por ello con mejores posibilidades de defensa y avistamiento de naves.
Otra de las razones fue su buen puerto de abrigo, que hoy en día alberga naves muy diferentes a las que llegaron hace 25 siglos.
Dalt Vila |
Ibosim fue el nombre que le dieron los fenicios, y luego los árabes lo cambiaron a Yebisah.
En el ínterin los romanos, cartaginenses, bizantinos y bárbaros fueron una avanzadilla de la multiculturalidad que hoy exuda Ibiza por todos los poros de su piel desnuda.
En 1.235 se produjo su incorporación al reino de Cataluña, y desde ese momento fue cristiana. Es, junto con Ordesa, el único lugar de España con el nombramiento de Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad.
Dalt Vila. Puerta de Taules |
La razón del nombramiento Cultural es visible a todos los ojos, basta con levantar la vista y ver la espléndida ciudad fortificada de Dalt Vila, y también los importantes restos fenicios de su entorno, la necrópolis del Puig des Molins y el asentamiento de Sa Caleta.
Para saber por qué Ibiza también es Patrimonio Natural de la Humanidad no tenemos que dirigirnos a ninguna de las más de 50 playas y calas que la han hecho famosa en el mundo entero, sino que tenemos que ponernos unas gafas de buceo y nadar por las praderas de posidona que cubren gran parte de su litoral marino, las más importantes del Mediterráneo.
Dalt Vila. Cañón de la fortaleza |
Me daba un poco de miedo regresar a la isla, ya que pasé, entre Ibiza y Formentera, un maravilloso verano de 1977, en el que se juntaron la adolescencia, el albor de una nueva España, la atmósfera libre, más bien diría libérrima y libertina, y una inquietud por conocer nuevas culturas que me hicieron pensar en quedarme allí escapando de la brumosa, húmeda y en aquellos momentos pacata Galicia.
El puerto de noche |
No lo hice y no me arrepiento.
Aunque no dudo que el espíritu idealista de Ibiza exista todavía, y de que mucha gente de la que se instaló allí en los 70 siga enamorada de la isla como dicen, no deja de ser una burbuja, porque eso es lo que es siempre una isla, aislada del mundo, y a mí lo que me gusta es pisar el mundo real, con todas sus cosas buenas y malas
Casas ibicencas |
En todo caso disfruté mucho los días que pasé en la isla. Recién cerradas las macro-discotecas con sus mega-fiestas de despedida, 10 barras, Djs exóticos, láser, fiestas de la espuma, go-go girls y go-go boys, etcétera, Ibiza había recuperado su ambiente más íntimo y acogedor.
Los restaurantes del puerto tenían mesas libres en las terrazas, los precios eran muy comedidos, era fácil encontrar alojamiento en el centro, y las playas estaban casi vacías. Si a eso le añades una temperatura de 30º a principios de Octubre, el cóctel es perfecto.
La necrópolis Puig des Molins |
Entrar por la puerta des Taules, construida en 1585, nos sumerge directamente en el medioevo.
Pasear libre de multitudes por el interior del recinto amurallado y subir sus empinadas calles adoquinadas hasta el mirador de la plaza de la Catedral nos transporta en el tiempo, aunque hoy las antiguas tiendas de herreros, toneleros, vinateros y otros oficios antiguos, se han convertido en restaurantes, galerías de arte, y tiendas de moda ad-lib (el estilo propio de Ibiza, ropa blanca, ligera, semi-transparente y poco planchada).
La necrópolis Puig des Molins. Hipogeo |
En la cima de la colina se encuentran algunos de los edificios más interesantes de la ciudad, la Catedral gótica / barroca, la antigua Universidad que ahora es Museo Arqueológico, y el Palacio Episcopal.
A partir de ahí, recomiendo perderse por el dédalo de callejuelas que descienden, admirando casas de hasta 6 siglos de antigüedad hasta salir de nuevo por des Taules.
La necrópolis Puig des Molins. Restos |
A 5 minutos caminando de las murallas se encuentra la necrópolis fenicia del Puig des Molins, que impresiona, no tanto por los hipogeos (cámaras funerarias) abiertos, sino porque hasta no hace mucho tiempo era terreno agrícola, con almendros, algarrobos y olivos plantados directamente sobre los pozos de entrada a los hipogeos.
Aunque se han contabilizado más de 300 tumbas, se calcula que hay más de 3.000.
Excavaciones en Sa Caleta |
Desgraciadamente, la mayoría de las tumbas fueron saqueadas en el pasado, y sólo unas pocas quedaron intactas para estudios arqueológicos. Hay una abierta para visitas, con el ataúd de piedra y los restos humanos encontrados completos, hasta el último huesecillo del pie.
La parte del museo monográfico del Puig desde Molins (el nombre le viene porque allí había molinos de viento) está cerrada por obras, así que hay que ir al Museo Arqueológico en Dalt Vila para saber más sobre la cultura fenicia.
Vista desde Sa Caleta |
Aunque está vallado y quedan muy pocos restos visibles, es interesante ir hasta Sa Caleta (playa pequeña en castellano) para ver lo que fue probablemente el primer asentamiento fenicio en la isla, y en todo caso darse un baño y sentir el roce de la posidona en nuestros cuerpos desnudos en la cala cercana, donde además está uno de los buenos y caros restaurantes de la isla, al menos estaba repleto un día de diario.
Pradera de posidona |
Además de la posidona, los humedales de la zona de las Salinas de Ibiza fueron incluidos en 1993 el convenio internacional Ramsar, y en 1995 se declararon Reserva Natural nacional las Salinas y la franja marítima entre Ibiza y Formentera. Así que hay muchas más razones que las conocidas para visitar Ibiza.
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¡¡ Hasta Pronto !!
Desde Ibiza, 6 de Octubre de 2004
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