La Catedral de Sevilla.

Debo reconocer que tengo una relación amor-odio con Sevilla.

Por un lado me parece una ciudad fascinante, cargada de historia, con un río maravilloso, el Guadalquivir, una arquitectura espléndida de variadas influencias, y “un arte que no se puede aguantar”, como ellos mismos dicen. Además tiene unas mujeres que quitan el hipo, con lo que no es de extrañar la originalidad de los piropos de los sevillanos.


Catedral de Sevilla. Entrada principal

Por otro lado no soporto la informalidad y prepotencia de los sevillanos (es una generalización, y como tal exagerada); conozco gente que presume de que nunca ha salido de la ciudad, porque “como Sevilla es lo más grande del mundo, no tienen que ir a ninguna parte”.

Cuando los sevillanos se van a vivir a otro lugar, por las razones que sean, su familia y amigos se despiden de ellos como si fueran Adán y Eva expulsados del Paraíso.

Por otro lado no me gusta cómo tratan al visitante muchas veces; acostumbrados a un turismo acomodado, te ven como una ubre a la que hay que exprimir, y los precios son disparatados muchas veces.

Pagar 7 euros por visitar la Catedral de Sevilla me parece un abuso, y ya no digamos dar una vuelta en calesa por la ciudad. La entrada a la catedral es gratuita los domingos, y se llena en minutos ese día.


La Giralda

La atención al visitante deja mucho que desear; en la oficina de turismo sita cerca de la Catedral me costó encontrar información sobre Doñana, y me cobraron el folleto.

Pagas siempre por aparcar en la calle, ya sea en parquímetro, o a los “gorrillas” que pululan por toda la ciudad, y los bares, restaurantes, y lugares con actuaciones flamencas son bastante caros.

Por suerte tengo buenos amigos en la ciudad, que espero me perdonen estos comentarios, y ellos te llevan a los lugares más auténticos y menos contaminados por el turismo, donde puedes saborear unos pescaítos fritos al borde del río disfrutando de la noche sevillana, el único momento “fresco” del día, sin tener que sacar la Visa y quedarte temblando, como es el caso si te ocurre cenar en uno de los barcos que surcan el río de noche.


El puente de Triana al atardecer

La denominación de Patrimonio de la Humanidad abarca sólo a la Catedral, Archivo de Indias y Reales Alcázares, pero bien podría extenderse al casco antiguo de la ciudad, que tiene lugares maravillosos como el barrio de Santa Cruz, Triana, la Macarena, la Torre del Oro, la Plaza de Toros, la Fábrica de Tabacos, y el maravilloso parque de María Luisa, heredero de la exposición Iberoamericana de 1929; en la Plaza de España se rodaron escenas de La Guerra de las Galaxias.


Reales Alcázares. Techo

El Archivo de Indias está cerrado por obras desde hace varios años, así que mi visita se “limitó” a los Reales Alcázares, la joya del mudéjar español, y la Catedral.

Pongo “limitó” entre comillas, porque se necesitarían varios días para ver en detalle ambos monumentos, y concretamente la visita a los Reales Alcázares es como una maratón.


Reales Alcázares. Estilo mudéjar

Uno no se cansa de pasear entre dependencias, palacios, jardines, fuentes, salones nobles como el Cuarto del Almirante, y en el maravilloso palmeral puede uno pasarse horas imaginando como gozaban los árabes con el murmullo del agua, el aroma de las flores de azahar, y unas odaliscas u odaliscos pululando mientras fumaban su pipa de agua o tomaban un té a la menta.


Reales Alcázares. Baños Reales

La Catedral es “lo más grande del mundo”, cómo no, y su historia comienza en 1172, cuando comenzó la construcción de la Mezquita Mayor, inaugurada en 1182.

La Giralda, majestuoso alminar que se alza 96 metros hacia el cielo sevillano, fue inaugurada en 1198.

En 1248 se transformó la Mezquita en Catedral, y en 1252 es enterrado el rey Fernando, dando origen a la Capilla Real. La parte gótica de la Catedral se termina en 1517, y conforma el conjunto gótico más grande de Europa.


Reales Alcázares. Palmeral

La parte renacentista incluye la Capilla Real, la Sacristía Mayor, la Sala Capitular y sus anexos.

En el Siglo XVII se impone el Barroco con la Capilla del Sagrario, y hasta 1928 se puede decir que la Catedral no se terminó, con las tres portadas mayores y el ángulo suroeste.

Para darnos una idea del tamaño de la catedral, con 23.500 metros cuadrados, podemos pensar que un campo de fútbol tiene 5.000, así que podríamos meter casi 5 en la catedral.

El plano de visita incluye 173 referencias, con 27 capillas, 17 altares, 14 puertas, y lugares tan representativos como el Patio de los Naranjos, el sepulcro de Cristóbal Colón (aunque hay mucha polémica sobre si sus restos realmente están aquí), y el Tesoro.


Catedral. Gótico 100%

Cuando uno sube a la Giralda, que no tiene escaleras sino una rampa contínua que te hace darle más vueltas que a un mono, ves que el estilo predominante de la catedral es el gótico, con arcos apuntados y arbotantes por todas partes,

Si quieres ver las fotos de Sevilla, haz click aquí.

Si quieres ver los enlaces sobre Sevilla en patrimonio-humanidad, haz click aquí.

Si quieres ver la ruta hecha para llegar de Mérida a Sevilla, visita Vía Michelín.

¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Sevilla, 22 de Octubre de 2004