Que Llueva, que Llueva, la Virgen de la Cueva

Es un barco, aunque parezca un avión

Es un barco, aunque parezca un avión

Cuando parece que el cielo está infinitamente triste y no para de llorar, una de las soluciones para no acabar llorando como él es meterse en una cueva; solución relativa porque a veces llueve casi más que fuera.

Como el monzón sigue insistiendo en «aguarme la fiesta», esta semana he visitado las cuevas de dos de los Parques Nacionales más emblemáticos de Sarawak, el Niah y el Gunung Mulu, este último Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, con el regalo añadido de haber encontrado una virgen en una cueva y millones de pequeños batman saliendo de ella, pero vayamos paso a paso.

Mi semana comenzó con un recorrido marítimo-fluvial de Kuching a Sibu, en la que parecía más un jet que un barco, ya que las distancias son tan largas en Borneo (es más grande que España, la segunda isla tropical más grande del mundo después de Papúa) que han desarrollado un avión sin alas que navega a gran velocidad por los ríos.

La pagoda de Sibu

La pagoda de Sibu

Después de casi 6 horas de navegación en las que remontamos el curso del río Rajang, llegué a Sibu, donde me recibió el símbolo de la ciudad, un cisne bastante kitch y, cómo no, un aguacero tremendo.

Atardecer en Sibu

Atardecer en Sibu

Al borde del río hay una pagoda de siete pisos que indica la predominancia de la comunidad china en la ciudad, algo que se ve claramente en las tiendas, hoteles, restaurantes y demás negocios, además de los animados mercados, tanto diurnos como nocturnos.

En Sibu pude ver la primera puesta de sol desde que comencé el viaje, ya que igual que a Moisés se le abrieron las aguas, a mí se me abrió el cielo entre los chaparrones y pude gozar de un ocaso multicolor con diferentes capas de nubes disputándose el pedazo de cielo color rojo que en los trópicos se extingue enseguida; en el Ecuador el sol no se pone, se cae.

Express llegando a Sibu

Express llegando a Sibu

De noche di una vuelta por el mercado, donde compré un quilo de rambutanes, una de mis frutas tropicales preferidas, que me costaron 40 céntimos de euro.

Con las pilas cargadas afronté las 6 horas de bus hasta el P.N Niah, la última parte en «autostop de pago», un medio de transporte bastante habitual en Malasia, que te ahorra un montón de dinero en taxis allá donde no llegan los buses.

Uno de los pocos minutos de sol que tuve en Niah

Uno de los pocos minutos de sol que tuve en Niah

Tuve que despertar al de recepción para descubrir que estaba sólo en el parque. ¿Os imaginais la razón?: la lluvia.

Los senderos estaban encharcados, el ambiente era opresivo, y las pasarelas de madera de las cuevas pistas de patinaje, como comprobé dolorosamente, pero valió la pena el esfuerzo.

En Niah se descubrieron los restos humanos más antiguos del sureste asiáticos, de unos 40.000 años, y hay una cueva con pinturas rupestres, que desgraciadamente se han desvanecido en gran parte.

 

Cueva de Niah

Cueva de Niah

Para llegar a la Cueva de las Pinturas, que es como se llama, hay que caminar más de 2 km. por una cueva inmensa, con subidas y bajadas contínuas en una casi completa oscuridad si no fuera por la linterna que llevaba y las pequeñas luces que titilaban en el techo de la cueva.

El cuello me dolía de mirar para arriba buscando a los portadores de las luces, por si acaso eran la Santa Compaña.

Gran Cueva de Niah

Gran Cueva de Niah

Se oían voces susurrantes provenientes del techo que fácilmente se podrían tomar por fantasmas si no supiera que eran los recolectores de nidos de golondrina haciendo su trabajo, mitad acrobacia, mitad alpinismo y 100% peligroso.

Encaramados en precarias estructuras de bambú de varios metros de altura, con una lámpara de parafina en una mano y una vara de bambú con una cuchilla en la otra, recolectan los nidos de golondrina, que son una delicatessen en la cocina china.

Pasarela al infinito

Pasarela al infinito

Más susurros venían de la superficie, donde los recolectores de guano de los cientos de miles de murciélagos que habitan en la cueva recogían su olorosa cosecha en sacos.

Tanto la recolección de guano, que se utiliza como fertilizante desde hace miles de años, como la de nidos de golondrina, están hoy fuertemente controladas y reguladas, ya que la sobreexplotación las llevó casi a la extinción.

Iba yo mirando al techo de la cueva buscando a los recolectores cuando un resbalón me hizo bajar de golpe, nunca mejor dicho, varios escalones con mi trasero y espalda, es decir que me di unas buenas culada y costalada, que me dejaron inmóvil por el dolor varios minutos mientras recontaba mentalmente mis vértebras a ver si estaban todas en su sitio.

Por suerte fue sólo el dolor y unos rasquños lo que me llevé, aparte del susto, pero a partir de ese momento me olvidé de la poesía de Becker y las golondrinas y me centré en el camino.

Una de las pinturas rupestres es el símbolo del Parque Nacional

Una de las pinturas rupestres es el símbolo del Parque Nacional

Regresé a la cabaña sin más incidentes, y las siguientes 16 horas no paró de llover, menos mal que las casas están construídas a un metro de altura sobre pilotes de madera, porque pensé que el agua iba a alcanzar esa altura.

Mi siguiente recorrido combinado autostop-bus me llevó hasta la ciudad de Miri, la meca petrolera por excelencia de Malasia, lo que se nota en los hoteles de lujo, centros comerciales y cochazos que atascan la ciudad, y los pocos alojamientos para mochileros.

El acceso a la gran Cueva de Niah

El acceso a la gran Cueva de Niah

Me quedé en el Thai Phoo Inn, un hotelito chino de la calle comercial más animada, la Jalan China, que de día parecía normal, aunque me mosqueó que en mi habitación hubiera una bombilla roja, y de noche comprobé que las habitaciones libres se alquilaban por horas; los chinos, como siempre hábiles comerciantes, optimizan el producto al máximo.

Los preparativos del año nuevo chino se veían por todas partes, con farolillos rojos iluminando la ciudad, mercadillos callejeros llenos de puestos de comida, y un escenario donde un grupo tipo «back stlit boys» cantaba y bailaba.

La globalización de la música es tan general que hay pocos rincones del mundo donde puedas escapar de la macarena, el aserejé y Madonna copiando a Abba.

Hablando de Madonna, de Miri me fui al encuentro con la Virgen de la Cueva, pero esa es otra historia y será contada otro día.

Haz clic para ver las fotos de Sibu y Parque Nacional Niah.

Para saber más sobre Malasia, visita la web oficial de turismo en español, y las webs en inglés de  Parques Nacionales de Sarawak,  el Festival de Música de la Jungla, Thingsasian,  y Geographia.

Si quieres ver todas las fotos del viaje de Vagamundos 2006 de 6 meses por Tailandia, Malasia y Borneo, Indonesia y Singapur, haz clic aquí .

¡¡ Hasta Pronto !!

Carlos, desde Kota Kinabalu, Sabah, Borneo, Malasia, 29 de enero de 2006

 

Vagamundos 2006. Sibu, Gunung Mulu y Niah. Borneo. Malasia