Un refrán español dice que ”las palabras se las lleva el viento”, y para evitar esto hay 2 remedios que he puesto en práctica; el primero es viajar con el viento y las palabras, hacerme parte de ellos, y el segundo plantarlas en un terreno aparentemente yermo y frío, el ciberespacio, pero los 5 años que ya se han cumplido de vagamundos.net me han demostrado que no es así, porque algunas de las palabras escritas en los 245 diarios publicados han arraigado en los corazones, y han hecho florecer amistades, cariños y amores que han cambiado mi vida para siempre, y sobre todo para bien.

Comencé La vuelta al mundo en 80 cibercafés sin “saber a dónde iba, pero sí de qué escapaba”, como escribió Michel Eyquem de la Montaigne, una de las más de 600 citas escritas y recopiladas en Vagamundos, y hoy puedo decir que ya sé a donde voy, pero también que ese lugar sólo existe en mi interior.

Jean Arthus Bertrand, el fotógrafo francés que se ha hecho famoso en el mundo entero con su serie de fotos “La Tierra desde el cielo”, era piloto de globo en África y así descubrió la fotografía aérea, que en su caso no le aleja del mundo, sino que le permite ver el bosque y no sólo los árboles.

Viajar en globo en Australia, concretamente en el famoso Centro Rojo, el desierto que abarca todo el centro de Australia, donde se encuentra Uluru, la piedra gigante considerada sagrada por los aborígenes, fue una de la experiencias inolvidables de ese viaje.

Cuando vas en globo no sientes el viento, porque eres viento, y así me siento yo en mis viajes, ya que el viento, a veces suave brisa, a veces ventolera, y otras tormenta tropical, que sale del interior, marca mi ruta y por ello mi destino, aunque, como dice otra cita, también sé que “lo importante es el viaje, no el destino”.

Siempre comento que no he durado en ningún trabajo más de 3 años, porque cuando llegaba la nómina y aparecía el concepto “trienio”, se producía un clic interior, del que yo no era consciente, que me hacía ver la botella medio vacía cuando antes estaba medio llena.

Esto no ha pasado con vagamundos, y aunque ahora no tengo nómina, me llena de alegría llegar al primer quinquenio y ver la botella ya no medio llena, sino cada vez más repleta de agua, pero no cualquier agua, sino la que mojó mi rostro viendo El Rayo Verde en las islas Galápagos, la que se mezcló con las salpicaduras de Iguazú, la que se convirtió en cristales de hielo en la Antártida, la que fue Camino en Finisterre, la que se hizo Silencio en los fiordos de Nueva Zelanda y la que devino río en las islas Phi-Phi en Tailandia cuando las visité después del tsunami de 2004.

Mucho ha cambiado el mundo en estos 5 años, y no para bien. La violencia en todas sus variantes se ha instalado en nuestra cotidianidad, y hasta la Naturaleza parece que se ha cansado de sufrir la agresión del ser humano y nos está devolviendo el golpe.

Otra de mis frases favoritas dice “Vive como piensas o acabarás pensando como vives”, y es lo que llevo haciendo 5 años, ser coherente con mis pensamientos, y me alegra saber que en este Viaje no sólo no estoy sólo, si no que cada vez se suman más personas.

Si algo te enseña el viajar es a mirar el mundo con ojos de niño, abiertos como platos; descubres que lo que ves es sólo una pequeña parte de lo que existe.

El mítico viajero Bruce Chatwin, en su libro “Los trazos de la canción”, describe la mitología de los aborígenes australianos, que carecían de idioma escrito, pero transmitían su conocimiento del mundo a través de sus pinturas y consideraban a la Tierra como una gran partitura en la que las notas eran los accidentes del terreno, y no se perdían en los interminables desiertos australianos porque seguían el pentagrama.

Me parece una de las imágenes más hermosas que se pueden crear, y desde entonces intento viajar por el mundo navegando por fusas y semifusas, saltando corcheas, correteando entre las siete notas y vagamundeando entre silencios.

Cerraba el viaje de 2005 con un diario titulado “El Viaje de la Vida”, y comienzo este nuevo viaje con “Las Palabras del Viento”, esperando que estas frases sembradas sigan arraigando con fuerza en vuestros corazones, porque las semillas que germinan son las que me dan fuerzas para continuar siendo Viento.

Otra de esas frases que llevo conmigo es «Navega con el viento de hoy, porque el viento de ayer no te lleva a ningún sitio y el de mañana puede que no llegue nunca«, de autor desconocido, supongo que se fue con el viento, aunque yo siempre regreso porque creo que la Vida es un viaje circular.

Espero que los cambios en el diseño de la web os gusten; el caracol ha madurado y porta un sofisticado instrumento que le permite ver de lejos para mirar de cerca, oír el ruido para escuchar la palabra, tocar para sentir, oler para percibir, hablar para decir y saber para conocer.

¡¡ Hasta Pronto !!

Desde La Coruña, 15 de diciembre de 2005