Galápagos. Playas Multicolores.

Aunque toda la orografía de las Galápagos es volcánica, es increíble la variedad de playas que hay, ya que he visto playas de arena blanca inmaculada, pero también roja, marrón, verde y negra; esto es debido a la mezcla de materia orgánica, como corales y conchas, e inorgánica, minerales, que la conforman. Nuestro segundo día en las Galápagos no podía comenzar mejor, porque desembarcamos en la isla San Cristóbal, en una bahía muy hermosa, con una playa de arena blanca deslumbrante llena de lobos marinos que no se inmutaron por nuestra presencia. Hay miles de cangrejos multicolores y gaviotines de cabeza blanca; el espectáculo mejora cuando nos sumergimos en las frescas aguas para ver todo tipo de peces de colores.

Por la tarde visitamos Isla Lobos, y aquí se produce un momento mágico, porque nos bañamos en una pequeña ensenada, y como por arte de magia aparecen varios lobos marinos que se ponen a jugar con nosotros; todo lo patosos que son en tierra, se convierte en agilidad y acrobacia en el agua: nadan a gran velocidad, y cuando piensas que se van a chocar contigo, giran de repente y ya no les ves; cuando te mueves para encontrarlo de nuevo, ya te han dado la vuelta completa; lo más alucinante es que te miran con sus ojos enormes, y te imitan, si tú sueltas burbujas de aire, ellos también, y si giras, ellos lo hacen a tu alrededor.

Persigo a uno que está intentando pescar, nadando detrás de escurridizos peces que se esconden en los intersticios de las rocas; de repente, un lobo marino se para delante de mi, y manteniendo la posición, gira totalmente para mirarme boca abajo; me da la risa y casi me ahogo; el guía nos avisa que nos tenemos que ir, pero no queremos, todos estamos emocionados por el contacto con estos animales. Finalmente regresamos al barco, y al atardecer, con un sol poniéndose en el horizonte, llegamos a Puerto Baquerizo Moreno, donde desembarcamos para hacer compras; yo, a pesar de mis deseos, encuentro un café internet y me meto, pero la conexión es tan lenta y tan cara ($5), que desisto.

Un nuevo día nos espera en la isla La Española, la noche ha sido muy movida porque el mar está bastante picado, y en el desayuno se ven bastantes caras macilentas; yo, con el entrenamiento que tuve navegando en el Soren Larsen por el Caribe, ni me he enterado, he dormido como un bebé. A la hora de tomar las lanchas para el desembarco, se producen situaciones cómicas, ya que el continuo sube y baja del mar dificulta la operación y más de uno está a punto de caer al agua.

Recorremos el sendero y hay cientos de iguanas enormes, con tonalidades rojizas; asimismo hay decenas de piqueros de patas azules, ese gracioso animal que parece que se ha despistado y metido las patas en un cubo de pintura azul; también hay albatros, que están anidando, cortejándose y apareándose, los vemos en todas las modalidades, es graciosísimo, porque entrechocan sus picos y los levantan al aire como diciendo: «cuando te pille te vas a enterar«. La población de pinzones también es grande, y tenemos que tener cuidado de no pisar alguno de los miles de lagartos que están tomando el sol en el camino.

Al final del sendero nos espera un espectáculo inigualable, ya que hay unos enormes acantilados cortados a pico, que están plagados de iguanas de lava, tan negras que se confunden con la roca; están amontonadas unas sobre las otras tomando el sol, y ni se mueven cuando nos acercamos; me asomo al acantilado, y veo muchas más iguanas escalando las rocas con sus poderosas garras; el mar está bastante movido, y cuando miro hacia las olas, veo varios lobos marinos surfeando, pienso que este animal debe ser uno de los más felices de la tierra, al menos parece que disfruta a tope de la naturaleza y de los encuentros con ese ser tan raro que bucea patosamente que se llama ser humano.

Los albatros, por su gran peso y envergadura, tienen que utilizar el acantilado como pista de despegue, ya que en tierra no lo pueden hacer. Finalmente, como colofón a esta maravilla de la naturaleza, la fuerza del agua ha erosionado una parte del acantilado, y creado una grieta en las rocas; las olas llegan con tanta fuerza, que el agua se proyecta como un geiser a decenas de metros de altura, con un ruido estremecedor.

Después de sólo 2 días en Galápagos, me pregunto que más nos puede ofrecer, ya que mi mente y mis ojos están saturados de belleza, pero realmente el show no acababa más que empezar.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde Puerto Ayora. Isla Santa Cruz, 07/06/2001

Islas Galápagos Ecuador