Faro de San Vicente de la Barquera

San Vicente de la Barquera es uno de mis lugares preferidos en el Norte, en pleno corazón del Parque Natural de Oyambre, una zona de gran valor ecológico, muy variado, con rías, playas, acantilados, dunas, valles y bosques que albergan una fauna y flora de gran importancia.

Su historia se remonta a la época romana, y su mayor esplendor lo vivió tras la concesión del fuero por Alfonso VIII en la edad media.

San Vicente de la Barquera está en el Camino de Santiago de la costa, y eso se nota también en su patrimonio monumental, declarado Conjunto Histórico Artístico.

No menos importante es la gastronomía, y su puerto y valles colindantes abastecen al sector de restauración barquereña de materias primas de primera calidad; el placer de tomarse un pescadito en alguno de los restaurantes del puerto es incomparable, especialmente el sorropotún, hecho a base de bonito.

La torre del faro se encuentra a 43 m del nivel del mar, y tiene 9 metros de altura, con un alcance de 24 millas naúticas.


Panorámica Olympus del faro y puerto de San Vicente de la Barquera, Cantabria. Haz clic para verla completa

 


Faro de Suances

La cercanía de Suances a Santander ha condicionado su desarrollo, pasando en los últimos años de ser un tranquilo pueblo de pescadores, a una zona de discos, bares y restaurantes de fin de semana.

Como mi visita fue a mediados de octubre, me salvé de la marabunta de turistas, e incluso la mayoría de hoteles estaban cerrados ya, dándole casi un aspecto de pueblo abandonado.


Panorámica Olympus del faro de Suances. Haz clic para verla completa

 


Vi uno que se llama Sydney, que parecía cerrado, pero la cafetería funcionaba y entré. Le pregunté al dueño el por qué del nombre, y me confirmó que había estado emigrado en Australia 20 años en la década de los 60, y que había regresado con sus ahorros antes del boom turístico de Suances para montar el hotel.

No le había ido nada mal, porque el hotel está en primera línea de mar, pero me dijo que echaba de menos la tranquilidad de Australia y Sydney. No había regresado en 20 años y le dije que al menos Sydney ya no era precisamente una ciudad tranquila.

Estuvimos hablando horas, y aunque tenía el hotel cerrado lo abrió para mí; al día siguiente seguimos la charla sobre Australia durante el desayuno.

El faro de Suances fue inaugurado en 1863 y su altura sobre el nivel del mar es de 35 metros, con una torre de 9 metros.


Panorámica Olympus del Faro y Cabo Mayor, Santander. Haz clic para verla completa

 


Faro de Cabo Mayor en Santander

El faro de Cabo Mayor, en Santander, es uno de los más emblemáticos de España. Fue inaugurado en 1839 y su torre tiene 30 metros, a añadir a los 60 del cabo, con un alcance de 25 millas.

La vista de Santander y el faro desde el cabo es extraordinaria, y tuve la suerte de que a pesar de ser octubre hacía un día totalmente veraniego, con la gente bañándose en la playa del Sardinero, y las terrazas del paseo marítimo completamente llenas, como si fuera verano.


Faro de Isla Mouro, Santander

El edificio anexo al faro va a ser reconvertido en museo para albergar la colección del pintor cántabro Eduardo Sanz, especializado, casi podemos decir obsesionado, desde hace muchos años con los faros, y que ha visto recompensada su abnegación con este museo que prevé abrirse en verano de 2006.

Santander tiene otros 2 bonitos faros, aunque no sean de primer orden, el de La Cerda (no he podido encontrar información sobre el origen del nombre), en la Península de la Magdalena y muy cerca del Palacio, y el de Isla Mouro, que tiene una trágica historia detrás, ya que durante un temporal que azotaba la bahía de Santander el mar se llevó al farero y a su familia. Ahora está automatizado.

Para amantes del buceo, hay una escuela que se llama Mouro Divers, que hace inmersiones en la zona.


Faro de La Cerda, Santander

Santander es sin duda una de las ciudades más bonitas de España, y rezuma clase y estilo por todos los poros.

Fue una de las ciudades más populares para el veraneo de la familia real y las clases adineradas de principios del S. XX, y ahora mismo está conmemorando el 250 aniversario de la conversión de villa a ciudad.

Se concedió por Decreto de Fernando VI del 9 de enero de 1755, y su despegue fue meteórico a partir de entonces. Nombrada capital marítima por Carlos IV en 1801 y capital de la provincia en 1816, pasó de una población en 1782 de 1.188 vecinos a 175.152 habitantes en 1822.

En 1786 el barrio de pescadores de la calle de la Mar sufre un pavoroso incendio y queda destruído.

En 1893 la explosión del barco «Cabo Machichaco» provoca una tragedia, con unos 400 muertos y 1.000 heridos, y la explosión fue tan fuerte que muchos cuerpos volaron literalmente y obligó a la Alcaldía a la publicación de un aviso, «rogando a los propietarios que reconocieran las cubiertas de sus respectivos edificios y dieran cuenta de los macabros hallazgos, que fueron muchos», como cuenta la prensa de la época.


Faro de Isla Mouro

El Palacio de la Magdalena ya no es residencia de verano de la familia real, ya que en 1932 fue creada La Universidad Internacional de Verano, que comenzó los cursos en 1933, bajo el Rectorado de Ramón Menéndez Pidal.

Desarrolló una intensa actividad académica y cultural que reunió a lo más granado de la intelectualidad de la época, con autores españoles como Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Américo Castro, Gerardo Diego, Jorge Guillén, y premios Nobel extranjeros como Schrödinger, Haber o Willstätter.

Tras la interrupción de la guerra civil, los cursos se reanudaron en 1947, ya con el nombre actual de Universidad Internacional Menéndez Pelayo, retomando el espíritu abierto que caracterizaron su primera etapa.

El Palacio de la Magdalena es la sede más simbólica e identificativa de la Universidad Menéndez Pelayo. Donado por la ciudad de Santander al rey Alfonso XIII en 1912, regresó a la titularidad pública en la II República y ahora pertenece al Ayuntamiento de Santander.

Allí se celebran cada verano, de junio a septiembre, cursos y seminarios muy variados, con más de siete mil alumnos y 1.000 profesores.

A partir de Octubre, la actividad principal, como vi en mi visita, es la de BBC (Bodas, Banquetes y Comuniones).


Panorámica Olympus de los faros de Cabo Mayor, Isla Santa Clara y la Magdalena. Haz clic para verla completa

 


Faro de Cabo de Ajo

El faro de Cabo de Ajo es reciente, de 1930, alzándose 71 metros sobre el nivel del mar, al final de la carretera que cruza el pueblo de Ajo, La torre tiene 16 metros y el alcance es de 18 millas naúticas.

Su historia es como el Guadiana, que aparece y desaparece, ya que el proyecto data de 1907, y su construcción fue aprobada en 1909. Cuando se electrifica el faro de Cabo Mayor en 1914, consideran que ya no es necesario el faro de Cabo de Ajo y se cancela el proyecto.

El ayuntamiento de Bareyo, al que pertenece Ajo, rechaza la cancelación basándose en 3 naufragios consecutivos en los acantilados de la zona, y de nuevo vuelve a aprobarse el proyecto en 1921, un faro de acetileno con un alcance de 15 millas. El edificio se construyó en 1928.

Todo esto sirvió de poco, porque durante la Guerra Civil dejó de funcionar, y en 1962 y 1982 sufrió reformas, la última le dotó de una nueva torre de hormigón, que aprovecha la óptica y linterna del faro anterior.


Panorámica Olympus de la zona del faro Pescador (Dueso). Haz clic para verla completa

 


Faro del Pescador

El faro del Pescador alumbró por vez primera en 1864, con una lámpara de aceite de oliva, que daba un alcance de 17 millas, para marcar la entrada a la ría de Santoña y sustituir al de la Punta del Fraile que no marcaba bien la entrada a la ría.

La torre tiene 13 metros y está situado a 39 metros de altura, con un alcance de 22 millas.

En 1915 fue destruido por un ciclón, y en 1926 se automatizó, lo que supuso la supresión del personal. Es un faro en el que no me importaría vivir algún día.

Al faro se llega por una estrecha y muy bonita carretera que pasa por delante del penal del Dueso, que con sus altas murallas nos recuerda la época en que esta cárcel fue famosa por albergar algunos de los presos más peligrosos.

La carretera termina en el faro, así que el regreso tiene que ser por el mismo camino, lo que me permitió ver una puesta de sol espectacular. Muy cerca está el faro del Caballo, en desuso.


Atardecer en el Dueso

El último faro de Cantabria, el de Castro Urdiales, es mi preferido, aunque se vea claramente que es un pegote añadido al castillo de Santa Ana, en el extremo del pueblo.

Hay que añadir en las cercanía la iglesia gótica de Santa María, con lo que el conjunto del castillo, el faro y la iglesia dan un perfil único a Castro Urdiales.

Existe un proyecto para convertir el castillo en museo, y cambiar el emplazamiento de la sala de motores del faro, pero dejando éste como extraño apéndice de las torres almenaras.


Panorámica Olympus del faro de Castro Urdiales, Cantabria. Haz clic para verla completa

 


Faro de Castro Urdiales

Una fecha importante en la historia de Castro Urdiales es 1296, año en que es designada capital de la Hermandad de las Marismas, federación de las ocho villas más importantes de Cantabria, País Vasco y Vitoria, para defender sus intereses comerciales en los puertos europeos.

Durante esta época Castro Urdiales goza de un esplendor económico, pero a finales del siglo XIV y principios del siglo XV empieza a decaer.


Faro de Castro Urdiales y Castillo de Santa Ana

A partir del siglo XIX comenzará otro período de florecimiento económico con la apertura de las antiguas minas, que durará hasta la Guerra Civil.

A finales de los años 60 se produce un «boom» turístico que la ha convertido en un importante destino de vacaciones, como sede de congresos y exposiciones y con una intensa vida cultural y lúdica.


Faro de Castro Urdiales

Aún perviven algunas pequeñas industrias tradicionales, sobre todo las de conservas de pescado, especialmente de bonito y anchoas, y cuando hablamos de pescado fresco, las especialidades son la lubina, la merluza, el lenguado, el bacalao, los chipirones, o guisos más elaborados como la marmita de bonito o de langosta, para chuparse los dedos.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Desde La Coruña, 21 de noviembre de 2005