Los chinos están locos. Todos, sin excepción. Fuman en las gasolineras, incluso he visto a uno tirar una colilla por la ventanilla del bus con toda tranquilidad. Fuman en todas partes, por supuesto también donde está prohibido, como en los autobuses, y nadie parece molestarse por eso.

Pasar 7 horas dentro de un minibus sin pasillo con 24 pasajeros, de los que fumaban 23 (¿adivinais quién era el pringado que no fumaba?), más el conductor, fue como masticar tabaco durante varias horas, y yo no lo podía escupir.

El único lugar donde he visto que respetaban la prohibición fue en el tren, pero es que cualquiera se enfrenta con las gobernantas de los trenes chinos, que convierten a la señorita Rotenmeyer en un angelito.

Cuando llegué a Dali a la 6 a.m. desde Kunming, me desperté en ese mismo momento, así que el tren estaba casi vacío ya cuando yo me estaba poniendo las botas, y la señora apurándome al grito de «hurry, hurry». Encantadoras.

Los chinos están completamente enganchados al teléfono móvil, algo que no entiendo, por que gritan tanto cuando hablan que no creo que lo necesiten. En 2004 había 300 millones de móviles en el país, y crecen a un ritmo de 50 millones/año. Ves los modelos más avanzados y más estrambóticos, colores ácidos, lucecitas por todas partes, y lo de las sintonías es tema aparte.

Desde que llegué he oído pasodobles, villancicos, el himno de U.S.A, el Big Ben, ladridos, maullidos, rebuznos, música disco, rap, de películas, la cucaracha, el frere Jacques francés, etcétera. Indescriptible.

Se duermen en cualquier parte, los ves apoyar la cara sobre los brazos y en segundos están dormidos. En el vuelo a Kunming desde Guangzhou, de 2 horas, después de servir el catering, fui al baño, y estaban las azafatas durmiendo ya.

Sus normas de urbanidad son un poco relajadas por decirlo de alguna manera. Las colas no existen como concepto, salvo cuando está la policía poniendo orden, son una masa de gente informe que espera algo.

Estás leyendo o viendo algo en un museo, y se te ponen delante de tus narices a leer lo mismo. Lo mismo si estás haciendo una foto.

La única norma de tráfico que existe es «tonto el último», y se sienten obligados a demostrar como suena su claxón cada 30 segundos. Los motoristas van sin casco y fumando, y a veces va toda la familia en la moto.

No cierran nunca las puertas, ni siquiera las de los baños cuando están dentro.

Escupen por todas partes, incluso en el suelo de los locales; con mis ojos vi como el encargado de un hostal que estaba jugando a las cartas escupía 3 veces en el suelo.

Sorben la sopa a 100 decibelios, y cuando mastican es como si se les estuviera cayendo la dentadura postiza. Escarban los dientes como si fueran a encontrar oro (de hecho muchos lo llevan en la dentadura), y no usan servilletas ni manteles.

En muchas casas tienen DVD, televisión por satélite y estéreo, pero el servicio está a 20 metros de casa, y no tienen ducha. Los baños son siempre de agacharse, lo cual después de caminar 7 horas por la montaña no te hace ninguna gracia.

Dicho esto, y teniendo en cuenta que en 40 días de viaje por China habré interactuado con 30 personas por día, o sea 1.200, sólo he hablado con uno de cada millón de chinos, así que pido por favor a mis amigos chinos que me perdonen la generalización.

También es una cuestión cultural, en España tiramos al suelo de los bares los palillos y las servilletas y nos parece normal; los extranjeros piensan que nos estamos peleando todo el tiempo por el tono de voz que empleamos, y lo de respetar los espacios de no fumadores es bastante reciente.

En los países árabes es de buena educación eructar después de una comida para demostrar a tus anfitriones que estaba muy rica.

En todo caso, China es un país fascinante, la cultura viva más antigua del mundo, con un idioma que tiene más de 5.000 años de historia, 28 lugares Patrimonio de la Humanidad que serán muchos más una vez que los chinos han entrado en los circuitos culturales y turísticos, y una gastronomía que me atrevo a calificar como la más sofisticada del mundo.

Lo comentaba en Lijiang con un francés, Patrick, que coincidía conmigo: la variedad de ingredientes, las distintas maneras de prepararlos, la sofisticación y elaboración de recetas que llevan días prepararlas, como el pato lacado, las diferentes salsas, los precios que pagan por ingredientes como la aleta de tiburón o la sopa de tortuga, y el acercamiento casi religioso de los chinos a la comida, lo demuestran.

El servicio es además rapidísimo, no has terminado la sopa y ya te traen el segundo.

Es una pena que en gran parte de Occidente sólo conozcamos de la comida china el menú de 5 euros, la decoración a base de cuadros iluminados con cascadas de agua, y los sempiternos dragones, leones y farolillos, porque no le hace justicia a la gastronomía china.

Los chinos son grandes trabajadores; en los cybers a veces me encontraba a la misma persona atendiendo a las 8 am, 2 pm y 21 pm. Una estudiante de 16 años en Lijiang, que hablaba buen inglés, me dijo que también eran muy competitivos. La presión de la familia y los profesores para ser el mejor alumno era enorme. Estaba estresada, ¡con 16 años!.

En las Olimpiadas de Atenas 2004 China fue la segunda potencia en el medallero, y estoy seguro de que en Beijing 2008 se las van a llevar de calle.

La economía en China está creciendo a un ritmo del 10% anual, a pesar de las medidas del Gobierno para enfriarla. Me atrevo a predecir que en el 2010 China será la primera potencia económica del mundo si el sistema político no colapsa antes; ya son los segundos en ciertas cosas como consumo de petróleo.

La parte negativa es que China está en el puesto 133 sobre 146 países evaluados en el Índice de Sostenibilidad Ambiental, que compara contaminación pasada y actual, esfuerzos y protección medioambientales.

Incluyo un pequeño manual de supervivencia para viajeros independientes; los que viajan en grupo no sufrirán la mayoría de inconvenientes que he mencionado antes.

1.- Transporte. Viajar sin guía tipo Lonely Planet por China, como yo he hecho, es una temeridad que no pienso volver a repetir. Si no dominas el idioma, haz caso a los que sí lo hacen y han estado viajando antes que tú.

2.- Baños. El papel higiénico debe ir contigo siempre, en China no lo tiene casi ningún baño. Cuando estés harto de estar en cuclillas, entra en un hotel occidental, nadie te dirá nada por que eres extranjero, y podrás disfrutar de un asiento, papel suave, y hasta toallas.

3.- Comida. La comida en China es siempre fresca y muy variada, pero como no siempre se reconoce lo que vamos a comer, no debería darnos vergüenza hacer cua cua, kikiriki, o be be, no vaya a ser guau guau lo que nos ofrecen (que por otra parte me han dicho que sabe bien).

4.- Colas. Son caóticas y no siempre nos van a llevar donde esperábamos. Para comprar billetes de tren, bus o avión, la mayoría de los hostales/hoteles dan ese servicio por una pequeña comisión, y en el caso particular de las líneas aéreas, suele ser en sus oficinas donde consigues el mejor precio.

5.- Tráfico. Es imposible controlar la cantidad de vehículos que parece tienen como objetivo principal atropellarte; es mejor moverse lentamente y hacerse ver, controlando los que te pueden hacer más daño.

6.- Higiene. Cuando oigas el característico sonido de sorber mocos, ponte alerta porque pronto verás salir un misil de la boca del chino, así que mejor no estar en su trayectoria.

7.- Compras. Siempre van a ganar, así que dependerá de nuestra paciencia para el regateo hasta donde podemos bajar el precio, que puede oscilar entre un 20 y un 80%. Los productos falsificados a veces son de buena calidad, y es su manera de devolver a las empresas occidentales el abuso de fabricar en China por 1 y vender en el mundo por 100 el mismo producto. Relojes «Trolex» a $10, anoraks «North Fake» por $15, ropa “Nike fuera legal”, y bolsos «Caca Chanel» son muchas veces una buena compra.

8.- Las largas distancias en bus son una tortura; la gente fuma, van atestados y son bastante olorosos. En el tren hay 4 clases, asiento duro, asiento blando, cama dura y cama blanda; en la cama dura a veces tienes que ser escalador porque tiene tres pisos de literas.

Los vuelos internos en China son económicos, con aviones excelentes, puntualidad exquisita, y aeropuertos con todos los servicios, así que no es traicionar el espíritu del mochilero volar y tener más tiempo para disfrutar de los lugares.

9.- El que espere encontrar un país comunista ha llegado tarde; China tiene el capitalismo más salvaje del mundo, pero con una censura férrea, que puede poner en problemas a gente con la que intentemos hablar de algo más que el tiempo o la comida, así que la discrección, aunque nos cueste esfuerzo, es necesaria.

El miedo que me entró en un cyber después de intentar acceder a varias webs censuradas sobre el Tibet, cuando vi aparecer un militar que buscaba a alguien, no fue cosa de broma.

10.- Los chinos agradecen enormemente los esfuerzos que puedas hacer por hablar su idioma, lo que te abrirá puertas, así que un vocabulario básico es importante.

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¡¡ Hasta Pronto !!

Carlos, desde Sa Pa, Vietnam, 20 de febrero de 2005