El albergue de Verín, la «Casa do Asistente»

Antes de comenzar la Vía de la Plata, hay que decidir qué ruta seguiremos, porque una entra en Galicia por Chaves, desde Portugal, y la otra por el Puerto de A Canda, desde Puebla de Sanabria, y en este último caso el tramo gallego del Camino es el más largo de todos, unos 220 km. Mi intención original era hacerlo desde A Canda, pero el temporal de lluvia y viento que azotó Galicia esos días me retuvo en Verín.


Un «cigarrón» del Carnaval de Verín

El albergue de Verín está en uno de sus edificios más históricos, la casa del Escudo o del Asistente, que se usa también como oficina de turismo y sala de exposiciones. No sé si por encontrarme sólo en un edificio de varios siglos o por el temporal que azotaba fuera y hacía temblar el portón de entrada, el caso es que sentí una presencia en el edificio, que en todo caso era amigable, así que pude dormir sin problema y hasta charlar con ella para combatir la soledad, que ya pesaba después de tantos días caminando y durmiendo sólo en albergues.


Colores de Otoño en el Camino

Desde Verín hay 2 opciones hasta Orense, una más directa por Xinzo de Limia, pero que sólo dispone de un albergue, o la más recomendable, por Laza, que dispone de albergues en Laza, Vilar de Barrio y Xunqueira de Ambía.

A pesar de que el temporal continuaba, decidí acometer los 18 km entre Verín y Laza por carretera, ya que los caminos estaban anegados, y habían caído varios árboles sobre ellos. En Mixós hay una iglesia prerrománica del siglo IX, el único monumento que vi, ya que el resto del tiempo tenía que luchar con el viento y la lluvia para poder continuar.

 


Paisaje panorámico en la Vía de la Plata

 

 


Más colores otoñales

En un bar de la carretera paré un momento para tomar un café y calentarme un poco, estaba abierto, pero no había nadie dentro ni nadie aparecía a pesar de mis gritos. Se asomó entonces un nuevo cliente, un señor muy mayor, que se fue a buscar al del bar a la huerta; nos pusimos a charlar, y cuando le dije que era de La Coruña, me comentó que había hecho el servicio militar allí, y que le pilló la guerra Civil; las historias que me contó de la guerra pondrían los pelos de punta a cualquiera; el tenía 85 años y era el único de su quinta del pueblo que quedaba vivo. Su padre había luchado en Marruecos y su abuelo en Cuba.


Excomunión por robo de libros

Cuando llegué a Laza, la humedad y el frío que me calaba hasta los huesos se compensó con la acogida que me dieron en Protección Civil, que no sólo me acompañaron hasta el albergue, sino que me explicaron como funcionaba todo, encendieron la calefacción aunque estaba yo sólo, y averiguaron los horarios del bus a Verín, ya que en Laza no hay cybercafé.


Flores en el cementerio

El albergue está en la zona alta del pueblo, y es el mejor dotado de la red de albergues de la Xunta, tiene hasta biblioteca con un cartel que «amenaza» con la excomunión al que se lleve un libro. El único fallo es que se habían olvidado de ajustar el apagado automático de luces a las 23h. por el cambio de horario de invierno, y a las 22h, cuando estaba cenando, me quedé totalmente a oscuras, así que el resto de la cena me la tuve que tomar con la linterna frontal puesta.

Como era 31 de Octubre, cuando pasé por la iglesia de San Xoán de Laza, de 1701, su cementerio anexo estaba lleno de ramos de flores, mitigando por un día al año la sensación de olvido y abandono que suelen tener muchos cementerios rurales, ya sea porque sus familiares han dejado el pueblo, o porque cada día más se practica lo de «el muerto al hoyo y el vivo al bollo».


Antigua calzada romana

El 1 de noviembre dejé Laza, y por ser fiesta estaban todos los bares cerrados, hasta el llamado de «el peregrino», que no tuvo en cuenta que el peregrino tiene 7 «jornadas laborales» por semana. Con el estómago vacío engañado por un poco de chocolate, tomé la carretera a Vilar de Barrio; veo bastantes coches que lleva remolques de perros de caza y oía detonaciones en la lejanía, así que cuando el Camino dejaba la carretera decidí seguir por ella, ya que en estas fechas el peregrino puede ser una cotizada pieza, ya que somos muy pocos, y los cazadores muy ligeros de gatillo.


Las solitarias montañas de Orense

Sólamente cuando el Camino subía por un monte bastante pelado y expuesto decidí tomarlo, ya que la carretera subía sinuosamente alargando la ruta. El Camino está poco marcado, pero previsoramente han pintado flechas amarillas cada pocos metros, y es imposible perderse. Me pregunto cuantas flechas amarillas habré visto ya en 2 meses de peregrinación; no las he contado, pero han sido unas cuantas. Vilar de Barrio tiene poco que destacar, salvo el bar de Carmiña, enfrente del albergue pero sin cartel salvo una oxidada señal de Fanta, uno de esos lugares donde nada más entrar tienes la sensación de que estás en casa.


Iglesia Xunqueira de Ambía

De Vilar de Barrio a Xunqueira de Ambía el Camino es muy monótono, ya que va por pistas de tierra de concentración parcelaria, de 2 ó 3 km. de largo; al menos la última parte recorre una antigua calzada romana, con las enormes losas de piedra todavía colocadas, y finalmente se divisa el pueblo desde un monte, engañosamente cerca, ya que en el descenso me despisto y me pierdo. Salgo a una carretera y paro un coche para preguntar, «sólo» me he desviado 2 kilómetros, así que ligero de paso llego al albergue, a la entrada del pueblo, para descubrir que en fin de semana la llave hay que recogerla en un bar que está a un kilómetro, así que, como dice el refrán, «si no quieres una taza, toma dos».


Saturación de señales

Xunqueira de Ambía fue un centro espiritual muy importante en la Edad Media, ya que contaba con convento de Agustinos, una hermosa iglesia románica, un claustro anexo del S.XVI de estilo tardogótico y un hospital de peregrinos con capacidad para 100 personas.

En el restaurante constato uno de los cambios sociales que he observado en los últimos años, y es que hasta en los pueblos más pequeños, siempre hay una familia cubana o argentina que, por matrimonio en el primer caso y recuperando las raíces del bisabuelo gallego en el segundo, han venido a España escapando de una situación económica, política y social no muy prometedora en sus países.

El restaurante está atendido por una señora cubana y sus 3 hijos; parece que llevan poco tiempo en España porque a pesar de que no hace frío, están con varios jerseys y cazadoras puestas. Los que conocemos y amamos Cuba sabemos lo difícil que es adaptarse al cambio de vida entre 2 sociedades tan distintas. La directora de cine Icíar Bollaín las llamó acertadamente «Flores de otro mundo» en su película.

 


Panorámica de las cascadas

 

De Xunqueira de Ambía a Orense, según la guía de la Xunta, hay 30 km, pero me llevo una gran alegría cuando al poco de salir me encuentro un cartel que dice 22 km, que son los que efectivamente hay, por una vez el error no me ha perjudicado.


La playa fluvial

Aprovecho una playa fluvial que hay a la salida de Xunqueira para disfrutar de un rato de relax en solitario, es un lugar muy armonioso, aunque hay una pequeña casa con carteles de «propiedad privada», «prohibido el paso» que desentona en el lugar.

Ya en Orense, me llevo la sorpresa de que el albergue, que es un antiguo convento en fase de restauración en la zona alta de la ciudad, está cerrado a las 2 de la tarde, sin teléfono de contacto; llamo al ayuntamiento y no me responden, así que decido probar el teléfono de emergencias, el 112, y en 2 minutos me contactan con el responsable del albergue, que me viene a abrir. Creo que es la primera vez que un servicio público telefónico me atiende con tal profesionalidad y eficacia, los 010 de los ayuntamientos suelen estar colapsados, los de Renfe sencillamente no lo cogen, y de las estaciones de autobuses ni comento. ¡Chapeau! para el 112.


Contraste al atardecer

El convento de San Francisco tiene un cementerio anexo, y cuando el hospitalero me dice que si llaman a la puerta de noche no abra a nadie, me asusto y pregunto ¿pero quién va a venir?, pensando que la presencia que sentí en Verín a lo mejor era de otro tipo en Orense, pero me «tranquiliza» diciendo que esa zona de Orense es poco recomendable y que alguna vez se les ha colado gente «indeseable».

Después de 5 días y 4 noches absolutamente sólo por la Vía de la Plata, afronto una nueva noche sólo en un albergue con cementerio anexo y en zona de alto riesgo, pero cuando regreso de la compra para la cena, me encuentro con 2 peregrinas, una alemana y otra de Bilbao, que están caminando la Vía completa desde Sevilla, y que se han hecho casí 40 km. entre Vilar de Barrio y Orense. Les pasa a muchos peregrinos de largas peregrinaciones, que no se pueden controlar, y a medida que se acercan a Santiago aceleran su ritmo; en el Monte do Gozo me había encontrado a un suizo que había hecho 50 km desde Melide.

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¡¡Ultreia!!

Carlos

Orense, 3 de noviembre de 2003