El puente de salida de Pontevedra.

El Camino deja Pontevedra por la calle Real, cruza el río Lérez y enseguida deja el casco urbano para internarse en bosques de castaños, pinos y eucaliptus. Como estamos en tierra de vinos, muy a menudo el Camino transcurre por debajo de emparrados, ahora tristes y mustios porque hace unas semanas han recogido sus frutos, esas uvas que luego producirán deliciosos vinos del Ulla y otras denominaciones de origen.

La placidez del campo gallego se ve alterada de cuando en cuando por la estridencia del claxon de una furgoneta, que avisa a los paisanos del reparto, ya sea de pan, bebidas u otro tipo de alimentos; esta costumbre me parece absolutamente fuera de lugar y se repite en casi todos los pueblos de Galicia; no es que el conductor dé un toque, sino que incluso antes de frenar, toca frenéticamente la bocina como si le persiguiera el mismísimo Diablo.


Ejemplo del kitch gallego

España ha conseguido desbancar a Japón como el país más ruidoso del mundo, y si seguimos así acabaremos todos sordos y desquiciados.

Sugiero una campaña del estilo de las del tabaco, que obligue a poner avisos en los coches que digan «el uso continuado de la bocina perjudica seriamente la salud»; «tocar claxon produce sordera y desequilibrios psíquicos», o mejor aún, que pongan, igual que los rádares, audímetros, y multas a aquellos que superen los decibelios permitidos. También por aquí hay buenos ejemplos del kitch gallego del que os he hablado ya.


Caldas de Reis

 


Amanecer en el puente de Caldas

Poco antes de llegar a Caldas, en Portas, un cartel indica albergue provisional, lo que me extraña, porque mi guía dice que entre Pontevedra y Padrón, 45 km. no hay albergues intermedios. Sigo la señal, y paro a un paisano que va conduciendo un pequeño tractor para preguntarle; casualmente es el depositario de la llave del albergue, pero me informa de que han cambiado la cerradura porque van a hacer reformas y no se puede usar.


El precioso puente de Bermaña en Caldas

Continuamos hasta Caldas, y allí pregunto en el ayuntamiento, pero la única representante presente, la señora de la limpieza, me dice que en verano alojan a los peregrinos en la piscina, pero que en esta época no me lo recomienda por el frío, así que nos alojamos en una Fonda. Nuestra llegada ha sido providencial, porque 5 minutos después de alojarnos, cae una tromba de agua. Por suerte, para cenar sólo tenemos que cruzar la calle.


Todavía hay lugares donde se puede
«escuchar el silencio»

El nuevo día amanece con una espesa niebla, y fotografío entre brumas el puente sobre el río Umia; muy cerca están las fuentes termales que le dan nombre a la localidad.

Salimos de Caldas por el precioso puente romano de Bermaña, y nos adentramos en fragas centenarias, el Camino cruza varios riachuelos y regatos que dejan la música del agua como única banda sonora de nuestros pensamientos, una compensación por la contaminación acústica del día anterior.


La estatua al peregrino a la salida de Padrón

Cuando el sendero se empina, me encuentro rodeado de naturaleza casi virgen, y nada a mi alrededor denota civilización; en algún momento se puede «escuchar el silencio» y agradezco que todavía haya lugares así en Galicia.

El Camino entra en Cesures por un alto que permite una amplia vista panorámica, para bajar luego al nivel del río, donde está a ponte de Cesures, de origen romano. Muy cerca del puente se encuentran los pantalanes donde atracan los barcos de la ruta maritima de Arousa y río Ulla, que a partir de este punto coincide con el Camino Portugués en su parte pedestre.

A sólo 2 kilómetros está Padrón, llamado así porque allí amarró la barca que traía los restos de Santiago, en un Pedrón que hoy se guarda en la iglesia de Santiago. El albergue de Padrón está muy cerca de la fonte do Carme, y en lo alto de la colina se encuentra el Convento del Carmen, un impresionante edificio que muestra la devoción carmelita por el Camino; dejamos Padrón por sus calles antiguas, y enseguida se llega a Iria Flavia, donde la Colegiata de Santa María de Iria muestra su venerable edad en algunos sarcófagos del S.VI.


La colegiata de Iria Flavia

Una vez más el camino transcurre entre calles emparradas de pequeños pueblos, pero en un cruce las flechas amarillas son contradictorias, y le pregunto a un paisano. Me dice que por la concentración parcelaria el Camino se ha cortado y que hay que ir por la N-550 un buen tramo. Así lo hacemos, y en esa zona la carretera es todavía más peligrosa de lo normal para los peregrinos porque es en cuesta y los coches pasan a toda velocidad.


Cortar el Camino es tan tonto como poner puertas
al campo

Lo triste es que parece ser que lo de la concentración parcelaria no fue un simple error, sino que el desvío del Camino pasa ahora por un bar que es propiedad del concejal de obras de Padrón. Si pensamos que el año que viene vuelve a ser jacobeo, se entiende la jugada. Si esto es cierto, y lo pienso averiguar, le va a salir el tiro por la culata, porque la comunidad de peregrinos le pondrá el veto al bar y procuraremos que todo el mundo se entere, no se puede jugar con la seguridad de los peregrinos de esa manera.


El santuario de Escravitude

El Camino cruza la vía del tren y en Escravitude, Esclavitud, se une a la carretera, donde hay un famoso santuario mariano. El Camino pasa por Teo, donde hay un albergue que poca gente debe usar, ya que Santiago está a sólo 12 kilómetros, y la atracción es muy fuerte.

Los últimos kilómetros hasta Santiago son en subida; desde Milladoiro se ve ya la ciudad en la distancia, y después de una bajada pronunciada, entramos en la ciudad por el barrio de la Choupana, la Alameda, y finalmente la calle del Franco, que nos deposita en Obradoiro.

Aunque sea la cuarta vez que llego a Santiago en un mes, sigo sintiendo esa emoción especial por alcanzar el objetivo final, que en realidad es el comienzo de uno nuevo, en un Camino circular que cada vez me depara algo nuevo.


El comedor de peregrinos en el
Hostal de los Reyes Católicos

En Santiago hago uso de una de las servidumbres del Camino, que muy pocos peregrinos españoles conocen o al menos practican. Consiste en que todos los días, a los 10 primeros peregrinos que lleven una fotocopia de su compostela, les dan de desayunar, comer y cenar gratis en el Hostal de los Reyes Católicos. A las 9 am, 12 pm, y 7 pm hay que presentarse en el garage del hostal, y el encargado te da un vale, con el que entras en el hostal por la puerta principal, pero no os penseis que vais a comer en el restaurante, sino que se cruza el claustro y vamos a cocinas, donde tomas una bandeja, y te sirven la comida de los empleados, que incluye primero, segundo, postre, vino y agua.

Con la bandeja te vas a un comedor de peregrinos. En nuestro caso eramos 7, una alemana, 1 canadiense y 1 norteamericano, 2 españoles de Canarias, 1 gallego y 1 venezolana. Los norteamericanos han hecho el francés desde Roncesvalles, los canarios el del Norte, la alemana el francés desde Astorga y nosotros el portugués, buena mezcla que sirve para una amena charla.

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¡¡Ultreia!!

Santiago, 18 de Octubre de 2003