El albergue de Sarria.

El bar que está enfrente del albergue de Sarria da desayunos desde las 5h30 a.m., al menos en verano, y todos los restaurantes de la zona sirven cenas a partir de las 7 p.m., en clara adaptación a los horarios europeos. Yo sigo empeñado en seguir los horarios españoles, aunque el próximo cambio de hora me hará madrugar un poco más.

Mi desayuno es un poco más tardío, sobre las 8, y desde la mesa puedo ver la empinada calle Maior con su calzada empedrada y sus edificios nobles difuminados por la niebla. Eso me hace remolonear un poco más en la cafetería, aunque la niebla tiene algo mágico, para un fotógrafo es una pesadilla.

Salgo de Sarria dejando el convento de A Magdalena vestido de gasa blanca y cruzo el viejo puente de A Áspera para entrar en una carballeira (robledal) centenario.


Puente de A Áspera a la salida de Sarria

Me encuentro 2 peregrinas austríacas a las que invariablemente asusto sin querer todas las mañanas, ya que van muy lentas y enfrascadas en su conversación, y cuando les digo «buenos días» siempre dan un respingo. Se empeñan en hacerme una foto con mi cámara y el convento de la Magdalena al fono, les digo que no quiero estropear la foto, y me miran como si estuviera loco.

El Camino cruza la vía del tren, que entre la niebla parece que nos llevaría a un destino incierto, y cerca del viaducto del tren veo a 2 peregrinas modelo urbano ubicándose para una foto, con una enorme bolsa de El Corte Inglés en la mano, a lo mejor es la nueva campaña de publicidad «ya es Otoño en el Camino de Santiago», o quizás la niebla me hace ver visiones, pero no, es real. Ya he visto bastante máquinas en el Camino de «esa bebida refrescante cuyo logotipo es el más conocido del mundo», pero no esperaba una campaña de El Corte Inglés en el Camino.


La vía a ninguna parte

Paro para que puedan hacerse la foto juntas y por su acento las ubico en Sudamérica, concretamente en Perú. Han llegado de Madrid de madrugada en el tren, y se han puesto a caminar en cuanto les han dado la credencial en Protección Civil.

Camino con ellas el resto de la jornada, aunque por su indumentaria pensé que serían el tipo de peregrino urbano que hace la mínima distancia para conseguir la Compostela y rezonga por los senderos, lo cierto es que caminan muy bien, y la mañana se pasa en un suspiro hablando de otro camino mítico, el de los Incas a Machu Pichu, y otros destinos en Perú que tengo en mi lista de pendientes.

Vamos dejando un ramillete de pequeñas localidades engarzadas una con otra casi sin solución de continuidad, adelantando vacas, sorteando perros, casi pisando boñigas de vaca, y pasando entre gallinas que picotean indiferentes en el Camino.

 

 


Panorámica entre Sarria y Portomarín

 

 


La ventana y la flecha

En Cortes se encontraba la iglesia que fue origen en Galicia de la fundación de la Orden de Santiago de la Espada en 1170 en Extremadura, ahora llamada Santa Maria de Loio.

Entre Portomarín y Palas se encuentra el templo de Vilar de Donas, algo apartado del camino para permitir el recogimiento a los moradores de la época, antiguo priorato de la Orden de Santiago, que tiene varios sepulcros de caballeros de la Orden de Santiago.

El escudo de la orden de Santiago

Su objetivo era «la defensa de la fe en la lucha contra el Islam» y la protección y auxilio espiritual a los peregrinos, de ahí su doble condición de clérigos y caballeros. La bula de confirmación y aprobación de la orden, fue firmada en Ferentino, cerca de Roma, por el papa Alejandro III, en 5 de julio de 1175.


La hermosa luz de la mañana

El popular nombre de Santiago «matamoros» se debe a que la leyenda sitúa a Santiago en la batalla de Clavijo ayudando a la causa cristiana, repartiendo mandobles a caballo con los «moros» vencidos a sus pies.

Todavía se puede ver en la catedral de Santiago una estatua sobre el tema, que se tapa discretamente cuando hay alguna visita ilustre de un país musulman.

El escudo de la orden de Santiago es el que se representa en la famosa tarta de Santiago, y, de manera desafortunada en mi opinión, luce en los uniformes de la brigada española que está en Irak, conjuntamente con el otro símbolo, el toro de «Osborne» que está a la entrada del cuartel. Me resulta difícil creer que los irakies acepten alegremente unas tropas que llevan el símbolo de Santiago matamoros por mucho que digamos que nuestra misión es de pacificación.


Los puentes «David» y «Goliath»

Entramos en Portomarín por el puente que se construyó para salvar el río Miño, el nivel de agua está muy bajo y como un liliputiense se puede ver 30 metros abajo el antiguo puente y las ruinas del pueblo original que fue tragado por la construcción del embalse de Belesar.

Al menos rescataron las iglesias de San Pedro y San Xoán, esta última del S. XII y obra de discípulos del Maestro Mateo, lo que explica las similitudes entre el Pórtico de la Gloria y su portada principal, con los 24 Ancianos del Apocalipsis. La iglesia (antes llamada San Nicolás) era de la Orden de Malta, encargada de la protección del Camino, el puente y los 2 hospitales de peregrinos.


El «tour» a Francia

Ya en un plano más mundano, hoy Portomarín es conocido por producir el mejor aguardiente gallego, y tartas de Santiago que rivalizan con las de Compostela.

En lo que no pueden rivalizar es en la calidad de su albergue, si acaso por abajo, ya que con diferencia es el peor que me he encontrado en Galicia, sucio, masificado, sin cocina, casi sin calefacción y el agua caliente de las duchas debe dar para los 2 primeros peregrinos, y yo tuve la desgracia de ser el tercero.


Caminar «de noche» no sólo no es bonito
sino muy peligroso.

Me encuentro con unos peregrinos franceses que llevan una bicicleta tandem con remolque tan larga como un coche, se fijan en mi forro con el caracol y me dicen que lo han visto en el Camino Portugués, su ruta va de Lisboa a Santiago, y ahora vuelven a Francia en la bicicleta.

Como estoy acostumbrado a dormir aunque sea en la guarida de un oso, cuando me despierto por la mañana, veo al penúltimo peregrino (el último soy yo) marcharse, me pregunto qué habrá llevado a 30 personas a salir de noche al Camino con 2° grados de temperatura, supongo que el deseo de conseguir plaza en Palas de Rei, uno de los albergues más populares de Galicia, que tiene unas instalaciones más acogedoras y preparadas para el crudo invierno que se avecina, además de buenos restaurantes, bares, y cybercafés en el pueblo.


Hermosa imagen mañanera de un horreo

Salgo con las legañas en los ojos y un desayuno nutritivo (hasta me ofrecieron aguardiente para entrar en calor, que rechazé amablemente) me pone alas en los pies, y voy adelantando peregrinos, primero mi amigo mexicano, que hace honor al logotipo de caminoasantiago.com, caminando lentamente y con una mochila que parece llevar la casa completa a cuestas.

Pronto me encuentro con mis amigas peruanas, y seguidamente con los 3 peregrinos-españoles-que-se-acaban-de-conocer-pero-ya-son-amigos-de-por-vida. Me voy despidiendo de todos ellos porque interrumpo el Camino en Palas de Reis, he hecho ese tramo 2 veces en las últimas semanas, y empiezo a estar justo de tiempo para llegar a Muxía el 13 de noviembre.


Mi Camino se «rompe» en Palas de Rei

Comemos en Palas de Rei en el Vilariño, restaurante que recomiendo a peregrinos no sólo por su relación calidad-precio, sino porque tiene un ascensor que alivia el caminar de «pato escocío» que ya he comentado como característico de muchos peregrinos. Sello la credencial en el albergue, y me vuelvo a despedir de mis compañeros de peregrinación, seguiría con ellos de buen gusto a Santiago, pero seguro que habrá otros tiempos y otros caminos, o los mismos, para encontrarnos.

Para enlazar con el diario de Palas a Santiago, haz click aquí.

 

 


Bucólico paisaje en el Camino.

Para ver el álbum de fotos del Camino Francés, haz click aquí.

¡¡Ultreia!!

Carlos

Palas de Rei, 25 de Octubre de 2003.