Antigua Guatemala. La ciudad introspectiva

Uno de los vates de la ciudad dijo de Antigua: «Cerró sus ojos a la edad presente, y enamorada de su antigua vida, se echó a dormir introspectivamente». Una hermosa y certera descripción de esta ciudad, que parece anclada en el pasado, si logramos olvidarnos de los coches.

Después de haber pasado mucho calor en Honduras, llegar a Antigua ha sido una bendición. Situada a 1.530 m sobre el nivel del mar, rodeada por 3 volcanes y una hermosa serranía, su temperatura media es de 18º. Después de un agotador viaje desde Copán de 8 horas (primero en la caja de una camioneta hasta la frontera, luego un bus hasta Chiquimula, otro a Guatemala, y un último a Antigua), cuando me enseñaron la habitación de la posada y pregunté si no tenía ventilador, me miraron como si estuviera loco, no me dí cuenta de que las camas tenían incluso mantas, porque de noche refresca.

Disfrutando de este aire fresco de montaña, recorro Antigua en todas sus direcciones. Nacida en 1541 como consecuencia del desastre volcánico que le aconteció a la capital Almolonga, su planificación se debe al arquitecto Antonelli, que la dispuso al modo renacentista, en estilo Gótico, con sus calles orientadas de Este a Oeste y sus avenidas de Norte a Sur, formando un perfecto tablero de ajedrez.

Su plaza central es muy armoniosa. Es perfectamente cuadrada, exactamente 145 pasos por lado, que le daban un total de 580 pasos geométricos de la época, divididos en manzanas y solares que se concedieron a personas prominentes, de las cuales la primera fue Doña Leonor de Alvarado, hija del Adelantado, conquistador de Guatemala. Sus edificios laterales representan los poderes de la época, ya que en el lateral este está la catedral, en el sur el ayuntamiento, en el norte el Palacio de los Capitanes Generales, y en el oeste el Portal de los Mercaderes. Tres de los laterales están porticados al estilo de la Plaza de María Pita de La Coruña o la Plaza Mayor de Madrid.

Hoy Antigua es una ciudad que bulle de actividad, ya que los turistas la prefieren (con razón) a la ruidosa y calurosa Ciudad de Guatemala, y se ha convertido en residencia de muchos extranjeros, que han dejado su impronta en multitud de restaurantes, galerías de arte, cines en inglés, bancos con cajeros, hoteles coloniales, y una floreciente industria de enseñanza del español, ya que Antigua se ha convertido en uno de los principales lugares de Latinoamérica donde se aprende español. Sus propios habitantes dicen que es «una ciudad pequeña, no un pueblo grande», y tienen razón.

Por supuesto es un paraíso de Cafés Internet. En mis paseos he contado al menos 10, y uno de ellos está situado en el antiguo convento de Santa Catalina Mártir (¡si levantara la cabeza se volvería a morir del susto!). El único que he utilizado se llama la Ventana , y está cerca de la plaza Central.

La Semana Santa en Antigua es muy famosa por sus procesiones y calles alfombradas, y está todo reservado con meses de antelación. Falta sólo una semana y ya se observa mucha actividad, la banda municipal tocando en las calles, limpieza a fondo de la ciudad, y carteles avisando que la grúa retirará los coches en las calles que sean paso de procesiones.

«Y la mayor felicidad humana que tiene esta ciudad es la de vivir indiferente a todo«. Indiferente en el sentido de que ha pasado tanta historia por sus calles y edificios, que la gente no se preocupa ni agobia por los problemas cotidianos, el ambiente que se respira es muy relajado, y definitivamente está en mi lista de ciudades favoritas a las que un vagamundos cansado de deambular se retiraría (pero tranquilos, aún me queda cuerda para rato).

¡Hasta Pronto!

Desde Antigua, 06/04/2001

Guatemala